Gran Armamento
Origen: Númenor
Integrantes: Flota naval númenóreana
El Gran Armamento fue la inmensa flota de naves de guerra y fuerzas militares que Ar-Pharazôn, el último y más orgulloso Rey de Númenor, preparó con el objetivo sacrílego de invadir las tierras imperecederas de Aman y desafiar la autoridad de los Valar.
Su origen se remonta a la creciente corrupción de Númenor bajo la influencia de Sauron, quien había sido llevado prisionero a la isla en el año 3262 de la Segunda Edad tras la invasión númenóreana de la Tierra Media. Durante las décadas siguientes, Sauron sedujo al Rey y a gran parte del pueblo. Al sentir la proximidad de su propia muerte alrededor del año 3310 S.E. y temiendo el fin de sus días, Ar-Pharazôn escuchó las mentiras de Sauron, que le prometían la inmortalidad si lograba conquistar las Tierras Inmortales. Así dio comienzo la construcción del Gran Armamento.
Mientras la formidable flota se preparaba durante nueve largos años en los puertos occidentales de Númenor, los pocos Fieles que quedaban, liderados por Amandil y su hijo Elendil, intentaron resistir la locura del Rey. Amandil, consternado, intentó una misión desesperada navegando hacia el Oeste para suplicar el perdón de los Valar, pero nunca regresó ni se supo más de él.
Mientras tanto, Elendil reunió en secreto una pequeña flota en los puertos orientales, preparando la huida de los Fieles con sus familias, sus bienes y sus más preciadas reliquias, incluyendo un vástago del Árbol Blanco Nimloth (a bordo de la nave de Isildur, hijo de Elendil) y, muy probablemente, el Anillo de Barahir portado por el propio Elendil.
A medida que el Armamento crecía, terribles presagios llegaron desde el Oeste: nubes con forma de águilas gigantes que oscurecían la tierra, tormentas con rayos que abatían a los hombres (uno llegó a destruir la cúpula del Templo erigido por Sauron en Armenelos), terremotos que sacudían la isla y humo que emanaba de la cima del Meneltarma. Sin embargo, Ar-Pharazôn, en su soberbia, ignoró todas las advertencias y redobló sus esfuerzos.
Finalmente, en el año 3319 S.E., el Gran Armamento estuvo listo. Ar-Pharazôn abordó su nave insignia, la Alcarondas, equipada con velas y numerosos remos manejados por esclavos para asegurar su avance, y condujo la inmensa armada hacia el Oeste. La flota era tan vasta que se decía que parecía un archipiélago de mil islas, llegando a rodear la isla de Tol Eressëa en su camino hacia Aman. Al alcanzar las costas silentes de Valinor, Ar-Pharazôn sintió un instante de duda, pero su orgullo pudo más: desembarcó con sus fuerzas y reclamó la tierra como suya.
En ese momento, Manwë, el Rey de los Valar, invocó a Ilúvatar, el Creador. El mundo fue cambiado: un abismo gigantesco se abrió en el mar entre Númenor y las Tierras Inmortales, tragándose a todas las naves del Gran Armamento. Ar-Pharazôn y los guerreros que habían desembarcado con él quedaron sepultados bajo el derrumbe de las colinas en las llamadas Cavernas de los Olvidados, poniendo un fin catastrófico a su desafío.