Otros Nombres: Eru; Eru Ilúvatar
Como Dios Supremo que fue, es, y será, Ilúvatar fue antes que todas las cosas, materiales y espirituales, y de Él proviene la esencia que da la vida a todos los espíritus que pueblan el Mundo sea cual sea su naturaleza.
Se dice en la Ainulindalë que lo primero que creó fueron los Ainur, hijos de su pensamiento, tras lo cual les encomendó la realización de una música. Al principio los Sagrados tocaban por separado o bien en grupos según su entendimiento de la parte de Ilúvatar de la cual procedían, y por ello Eru les comunicó un tema poderoso en el que habrían de cantar en armonía. Dicen los Sabios que los Ainur, inflamados con la Llama Imperecedera (que es la esencia creadora y dadora de vida de Ilúvatar, también conocida como Fuego Secreto) elevaron sus voces e instrumentos con gran armonía y se canta que entonces ya no hubo Vacío. Pero en medio de la melodía se elevó una discordancia porque Melkor quiso tejer sus propios temas para dar Ser a sus creaciones; y nunca logró su objetivo pues la Llama Imperecedera está con Eru. La disonancia del Vala se hizo cada vez mayor y por fin Ilúvatar se levantó de su trono sonriente y detuvo la música, y tras levantar su mano izquierda una nueva melodía brotó en medio del caos. Sin embargo Melkor se alzó de nuevo contra el segundo tema y se alzó una nueva discordancia aún más poderosa que hizo que Eru se pusiera en pie por tercera vez y tras levantar ambas manos la Música cesó. Fue entonces cuando el Único advirtió a Melkor de que ningún tema podía tocarse sin su permiso, y que nadie podía alterar la música a no ser que fuera esta su voluntad. Porque los Ainur eran sus instrumentos para la creación del Mundo y ninguno de ellos podría impedir la culminación de sus divinos designios y por ello nadie podía inferir en lo que estaba previsto que sucediera aun cuando en apariencia pudiera suceder lo contrario.
Tras esto Ilúvatar pidió a los Ainur uqe le siguieran y cuando llegaron al Vacío les enseñó lo que habían cantado, y los Sagrados vieron por primera vez el Mundo, y con él la llegada de los Hijos de Ilúvatar (creados por Eru en el tercer tema) y muchos de ellos desearon entrar en el Mundo aun cuando este no estaba aún acabado, pero en este instante la visión cesó y en su lugar sólo hubo Oscuridad. Y entonces el Padre de Todos llamó a los Ainur y dijo: ¡Eä! ¡que sean estas cosas!, y tras enviar la Llama Imperecedera al Vacío dio Ser al Mundo, y muchos de los Ainur se deleitaron con esta nueva visión, que ahora era real y tangible, y sintieron grandes deseos de entrar en el mundo para cumplir los designios del creador. Ilúvatar permaneció entonces junto con los Ainur que no entraron en Arda en los llamados Palacios Intemporales, que no pertenecían a Eä ni tampoco al Vacío y desde allí se dedicó a contemplar el paso del tiempo en el mundo físico, y como Dios demiúrgico que era apenas sí intervino en el transcurso de la historia de Arda.
Como ya se ha dicho los Hijos de Ilúvatar (Elfos y Hombres) fueron creados por Eru con el tercer tema sin intervención alguna de los Ainur, y se dice que los Elfos fueron hechos a semejanza de los Sagrados y que por ello fueron los más hermosos y poderosos de sus hijos. Sin embargo a los Hombres les concedió el llamado Don de Ilúvatar, pues su naturaleza mortal llevaba aparejada la libertad en la elección de su destino en el Mundo aun por encima de lo cantado en la Música de los Ainur, y se dice que gracias a ellos la obra del Único habrá de verse finalmente cumplida hasta el más mínimo detalle. Eru por tanto dispuso que los Elfos fueran inmortales, permaneciendo en el Mundo incluso tras su muerte hasta el Fin de los Días (pues cuando la muerte les encontraba se reunían en las Estancias de Mandos, que están en Arda, y pasado un tiempo podían retornar a la vida); sin embargo hizo a los Hombres mortales, y decidió que sus vidas fueran cortas, mas a cambio de esto les concedió la posibilidad de abandonar el Mundo tras la muerte en busca de un destino que nadie, salvo Manwë y Mandos bajo su égida, conoce. La muerte es por tanto el Don de Ilúvatar para los Hombres ya que este don les proporciona libertad verdadera, a aun cuando es difícil entender que sea un regalo la verdad es que los Sabios dicen que con el tiempo incluso los Valar tendrán envidia de la mortalidad. Los Elfos saben que los Hombres se unirán a la Segunda Música de los Ainur pero no saben qué les reserva Eru tras el Fin del Mundo si bien lo más lógico es pensar que cohabitarán todos juntos en un Mundo ya libre de la Mácula de Melkor.
Pero no sólo Elfos y Hombres son Sus hijos ya que los Maestros de Tradición nos dicen que cuando Aulë creó a los Enanos en la oscuridad de la Tierra Media fue descubierto por Ilúvatar. Entonces le explicó al Vala que sólo Él tenía el poder de crear criaturas con vida propia y que sus creaciones no serían más que marionetas carentes de alma salvo que Él decidiera darles Ser. Y se cuenta en las antiguas Crónicas que Eru finalmente sintió compasión por Aulë puesto que vio que su arrepentimiento era sincero y por ello decidió darles vida con la condición de que despertaran tras los Primeros Nacidos, ya que así estaba decretado desde el principio. Por ello los Enanos, que pese a todo se consideran hijos de Aulë, son en realidad hijos adoptivos de Eru, y se dice que tras el Fin habrán de ayudar en la reconstrucción del Mundo pues así fue dispuesto por el Único.
De todos los Valar el más amado por Ilúvatar era Manwë, y sólo él tenía el poder de hablar directamente con Él para pedirle consejo en situaciones críticas en el devenir de Arda. Y así fue que Manwë buscó el consejo y la voluntad de Eru cuando Lúthien se presentó ante Mandos a causa de la muerte de Beren, momento en el cual el Padre de Todos ofreció a la hija de Thingol la posibilidad de cambiar su destino para recuperar a su amado del mundo de los muertos (acción que los Valar no podían realizar pues la muerte es el Don de Ilúvatar para los Hombres). Del mismo modo es posible que realizara una intervención directa en el cambio de linaje y de destino de Tuor, del cual se dice que fue el único de los Hombres mortales en llegar a ser contado entre la raza de los Noldor, quedando así separado del destino de los Hombres.
Tras la Guerra de la Cólera Melkor fue capturado y ejecutado tras el juicio celebrado en Aman, y se canta que Manwë invocó al Que está Sólo para que por medio de su acción expulsara al Oscuro al Vacío, donde los Valar no tenían potestad alguna (pues el Vacío no pertenece a Arda, que es donde los Sagrados gobiernan, y por tanto se hizo necesaria la intervención de Ilúvatar para realizar tal acción).
La última intervención registrada por los Cronistas es la que se produjo ya en la Segunda Edad, cuando la flota de Ar-pharazôn quiso tomar por la fuerza el Reino Bendecido a causa de los engaños de Sauron. Se dice que en ese momento Manwë invocó a Ilúvatar y que durante un tiempo los Valar no gobernaron en Arda, porque el Único provocó un terrible cataclismo que destruyó al ejército invasor y a Númenor, que se hundió bajo el mar, y tras esto las tierras de Aman y Eressëa fueron arrancadas de Arda, quedando el Mundo disminuido al verse alterada la forma que antaño tuviera (pues antes la Tierra era plana y ahora se hizo circular), de modo que las Tierras Imperecederas fueron llevadas al reino de las cosas escondidas fuera del alcance de los mortales, y desde entonces sólo se podía llegar a ellas mediante el Camino Recto, que sólo los Elfos pueden encontrar.
Pero en algunos escritos se dice que cuando llegue el Fin del Mundo, tras la Dagor Dagorath (y después de la destrucción definitiva de Melkor, para lo cual es posible que Ilúvatar realice una nueva intervención) el Único convocará a los Ainur y a todos sus Hijos para la realización de la Segunda Música, que será perfecta, y en la cual cada cosa tendrá Ser en el momento en que aparezcan, y ese día todos los temas serán correctamente tocados lográndose así lo que algunos llaman la Arda Curada, o Arda Rehecha, libre de toda mácula y de todo mal, y en la cual se cumplirán definitivamente los divinos designios que Ilúvatar dispuso en un principio.
Fuentes: