Meara

Lugar de origen o emplazamiento habitual: Rhovanion

Gandalf y Sombragrís
Los caballos de Arda se crearon a imagen de Nahar, el corcel blanco de Oromë. Según se creía, los Mearas, los Príncipes de los Caballos de Rohan, eran desciendetes de Nahar. El color de su manto, era, por lo general, blanco o gris plateado; eran veloces como el viento, longevos e incansables, además de ser muy sensatos.

Las historias de los Rohirrim nos narran como Léod, el Señor de los Éothéod y padre de Eorl, que era domador de caballos, atrapó un potro salvaje que pronto se convirtió en el caballo más bello y majestuoso que jamás había visto. Pero este caballo era salvaje, peligroso y orgulloso y cuando Léod intentó domarlo, el caballo se lo llevó lejos y lo tiró, con la mala suerte de que Léod diera con la cabeza en una roca y perdiera la vida, en el año 2501 la Tecera Edad. Fue así como el caballo fue llamado Aflicción del Hombre. Sin embargo, cuando Eorl, hijo de Léod, se acercó al caballo, como pago de la deuda de sangre contraída, el caballo se le sometió. Y recibió un nuevo nombre: Felaróf y de él proceden todos los Mearas, que no permitían que nadie los montase, excepto el Rey de la Marca o sus hijos.

Aunque no tenían la facultad del habla, los Mearas entendían la lengua de los Hombres, y para montar en ellos no hacían falta ni silla ni riendas, pues entendían y obedecían las órdenes de su jinete.

Durante la Guerra del Anillo, los Mearas cumplieron grandes deberes. Uno de ellos, llamado Crinblanca, fue el caballo montado por Théoden, Rey de Rohan, en la Batalla del Abismo de Helm y la Batalla de los Campos de Pelennor, en las cuales ganaron grandes honores para los Rohirrim, aunque tanto el caballo como el Rey perdieron la vida por el Rey Brujo de Angmar. Pero hubo otro Meara que llevó a cabo aún mayores hazañas en esta guerra: Sombragrís, quien llevó a Gandalf, el Jinete Blanco, demostrando tener un corazón valiente al mantenerse firme ante el Nazgûl y una rapidez extrema, al adelantar a las bestias aladas.

Los Mearas fueron muy queridos y apreciados por sus señores, y podemos ver como en el Estandarte de Rohan se mostraba la blanca imagen de Felaróf galopando sobre un campo verde.