Raza o especie: Ainu; Vala
Padres: Ilúvatar
Casado con: Vána
Hermanos: Nessa
Grupos: Aratar
Objetos: Valaróma
Otros nombres: Araw (Sindarin), Aldaron (Quenya), Tauron (Sindarin), Béma (Rohirric), el Grande, el Gran Jinete y el Cazador.
El nombre de Oromë, en Quenya, podría traducirse como “Toque de cuerno”, “El que toca el cuerno”, “Cuerno Resonante” o “Sonido de los Cuernos”. Este nombre procede del Valarin Arōmēz, tal y como podemos leer en La Guerra de las Joyas.
Vala. Hermano de Nessa y esposo de Vána, hermana menor de Yavanna. Uno de los Ocho Aratar. Su nombre en Sindarin era Araw, pero también fue conocido como Aldaron (Quenya) y como Tauron (Sindarin), nombres ambos que significan “Señor de los Bosques”, si bien Tauron también se traduce como “El Guardabosques” Otros nombres que recibió fueron el Grande, el Gran Jinete y el Cazador.
Oromë es poderoso entre los Valar. No es tan fuerte como Tulkas pero dicen que su cólera supera a la del poderoso Astaldo. Quizá fuera el Vala que más amor sentía por la Tierra Media y se canta que la abandonó de mala gana, tras la Primera Batalla de los Poderes y por ello fue el último en trasladarse a Valinor. Amaba sobre todo a los caballos y a los perros y le gustaba cazar a los monstruos y bestias montando a lomos de su caballo Nahar, y se cuenta que hacía sonar su gran cuerno llamado Valaróma ante cuyo sonido huía todo aquel que lo escuchaba, pues su sonido se elevaba por sobre todos los cuernos de su ejército con el que perseguía a las criaturas malignas de Melkor. Su morada estaba al este de los campos y pastizales de Yavanna, y se canta que las columnas de Menegroth fueron talladas a imagen de las hayas de sus bosques.
Se deleitaba cabalgando por los bosques y amaba a todos los árboles y de aquí que los Sindar le llamaran Tauron. Moró durante largos años en Almaren, en el centro de la Tierra, mientras completaba los trabajos junto con los demás Valar para preparar la llegada de los Primeros Nacidos. Pero en el año 3450 de la Edad de las Lámparas Melkor derribó los pilares de Illuin y Ormal provocando grandes cataclismos que destruyeron la morada de los Valar, resultado de lo cual estos se trasladaron a Valinor, pues pensaron que allí podrían defenderse mejor ante los posibles ataques de Melkor. Oromë, como ya hemos dicho, fue el último en abandonar la Tierra Media pues encontraba un gran deleite cabalgando por ella a lomos de su caballo.
La Tierra Media estaba ahora a merced del dominio de Melkor, pero Oromë iba allí con frecuencia para dar caza a los siervos del Oscuro, y se dice que cuando hacía sonar su gran cuerno incluso el Vala Oscuro se encogía de miedo en su fortaleza de Utumno.
Ya en la Edad de los Arboles Oromë solía frecuentar los bosques oscuros de la Tierra y junto con Yavanna traía noticias a Valinor sobre los movimientos de Melkor y de sus súbditos, y en el año 1000 de esta Edad se celebró un consejo en el que se decidió que aún no se tomarían medidas ofensivas contra el poder de Angabn y Utumno (pues Yavanna predijo que los Hijos de Ilúvatar despertarían en esta misma Edad, dentro de poco tiempo) Pero sucedió que años después, en el 1085 de esta Edad, durante una de sus cabalgadas Oromë se volvió junto a las costas de Helcar cuando de repente Nahar lanzó un gran relincho. El Vala se detuvo y escuchó el sonido de voces, y su asombro y alegría fueron muy grandes porque al fin había encontrado a los Quendi, que habían despertado en Cuiviénen.
Oromë sintió un gran amor por los Quendi y les llamó Eldar (“Pueblo de las Estrellas”) en la lengua de ellos (si bien bajo este término se conoció después a aquellos de entre los Quendi que emprendieron el Gran Viaje) Muchos de los Elfos sintieron mucho miedo al contemplar al Gran Jinete pues algunos pensaron que se trataba del Jinete Oscuro (véase la entrada correspondiente), pero los más valientes se quedaron con Oromë pues pronto comprendieron que no se podía tratar de un siervo de Melkor puesto que en el rostro del Vala se reflejaba la Luz de Aman, y los Elfos se sintieron atraídos por esa luminosidad que tanto deleite les proporcionaba. Durante un tiempo permaneció entre los Quendi y al año siguiente partió a Valinor para informar a los Valar de la llegada de los Primeros Nacidos. Los Poderes se reunieron en consejo y decidieron hacerle la guerra a Melkor para recuperar el dominio de Arda y así proteger a los Elfos de la amenaza de su creciente poder. Se inició entonces la Gran Guerra de los Dioses, también conocida como Tercera Batalla de los Poderes, que terminó en el año 1099 de la Edad de los Arboles con el encadenamiento de Melkor. Un año más tarde el Vala rebelde es llevado a Valinor y condenado a permanecer durante tres edades en una prisión de Mandos, con lo que la paz volvió a Arda durante un tiempo.
En el año 1101 de esta Edad los Valar deciden convocar a todos los Quendi a Valinor pero no todos los Elfos estaban dispuestos a partir puesto que temían a los Valar, ya que se dice que sólo los habían visto como terribles figuras de gran cólera cuando partieron a la guerra, y por ello un año más tarde Oromë fue enviado a la Tierra Media donde escogió a los tres embajadores de los Quendi que acudirían a Valinor en representación de sus pueblos y que según las Crónicas fueron Ingwë, Finwé y Elwé. Estos permanecieron durante un tiempo en el Reino Bendecido tras lo cual el Vala los llevó de vuelta a Cuiviénen en el año 1104, tras lo cual hablaron con sus pueblos aconsejándoles que escucharan la convocatoria de los Valar.
Oromë se convirtió así en el conductor de los Eldar, pues así se conoció a los que iniciaron el viaje, quedándose atrás los Avari (que desoyeron el llamamiento de los Valar) Cuando las huestes de los Eldar partieron al Oeste el Gran Jinete iba al frente montado sobre su gran corcel. Larga y lenta fue la marcha de los Eldar y cada vez que Oromë se alejaba estos detenían su marcha y esperaban a que el Vala regresara. Durante el trayecto los Elfos se fueron dividiendo y asentando en diferentes regiones de la Tierra Media (pues no todos quisieron acabar el viaje) y por fin, en el año 1125, los Vanyar y los Noldor llegaron al las costas del Gran Mar, cerca de las tierras en torno al Sirion, y sintieron un gran miedo al contemplar su inmensidad. Por este motivo Oromë partió a Valinor para hablar con Manwë para explicarle la situación de los Eldar. El Rey de los Valar decidió enviar a Ulmo, que arrancó una isla con la ayuda de sus servidores y la usó como transbordador para embarcar a los Eldar rumbo a Valinor.
En días posteriores Oromë se convirtió en gran amigo de los hijos de Fëanor que al igual que él eran grandes cazadores. De entre todos ellos destacó su amistad con Celegorm, a quien regaló un perro de la raza inmortal propia de Valinor, llamado Huan, que jugó un papel decisivo en los posteriores acontecimientos de la Primera Edad y que aquí no serán narrados. También se dice que Celegorm acudía con frecuencia a la morada de este Vala y que allí aprendió mucho sobre los pájaros y las bestias, llegando incluso a aprender sus lenguas.
Pero no todo iba a ser alegría, ni siquiera en el Reino Bendecido. Porque con el paso de las edades Melkor fue puesto en libertad y después de que destruyera los Dos Arboles robó los Silmarils de Fëanor que provocó el exilio de los Noldor que desoyendo a los Valar se lanzaron en una alocada persecución de Melkor para recuperar las Joyas robadas. Dio comienzo la Primera Edad del Sol, una edad en la que se libraron buena parte de las llamadas Guerras de Beleriand en las cuales los Valar se mantuvieron alejados y casi sin prestar ayuda a los Noldor Exiliados en la Tierra Media a causa de la Maldición de Mandos.
Sin embargo se dice en las Crónicas que aun durante la Primera Edad cabalgaba Oromé el Grande por los bosques de Beleriand y que se podía escuchar el terrible sonido de su gran cuerno, y así todos sabían que cuando el Valaróma resonaba ninguna criatura maligna permanecía cerca. Tras el final de la Primera Edad nada más se dice de este Vala en las antiguas Crónicas.
Fuentes:
- La Guerra de las Joyas