Urwendi es, en los primeros escritos de Tolkien, publicados en El Libro de los Cuentos Perdidos, la antecesora de lo que será luego Arien, la Doncella Maia que timonea el Barco del Sol.
Según podemos leer en "El Cuento del Sol y la Luna" (El Libro de los Cuentos Perdidos, 1), tras la muerte de los Dos Árboles, Aulë construye un barco ancho de manga en el que guardar las dos mitades en las que se había partido el último fruto de Laurelin. A este barco los Valar le dan el nombre de Sári, que significa "Sol", aunque los Elfos lo llamaron Ûr, que significa "fuego".
Cuando Manwë preguntó quién timonearía el barco, Urwendi dijo no tener miedo y rogó convertirse en la Señora del Sol. Entonces, Urwendi ordenó a sus doncellas que la siguieran y, despojándose de sus vestidos, entraron en el estanque Faskalan (que había sido llenado con las aguas del último Fruto del Mediodía) y dejaron que las espumas doradas cubrieran sus cuerpos. Cuando salieron del estanque, sus cuerpos ya no eran como antes: se habían vuelto traslúcidos y brillaban con un ardor interior. Urwendi y sus doncellas, que se habían vuelto tan ligeras como el aire, subieron entonces al Barco del Sol. Y entonces Manwë le dijo a Urwendi que timoneara el barco por sobre el mundo para que la alegría llegue hasta las grietas más estrechas y se despierten todas las criaturas. Urwendi, en lugar de responder, miró con ansia al este, por lo que Manwë ordenó soltar las amarras y la Nave de la Mañana se elevó por lo aires por encimas de Taniquetil.
Pero los Valar no estaban contentos, pues como la luz del sol brillaban sin cesar, los jardines se secaban y los ojos dolían. Entonces construyeron el Barco de la Luna y Fionwë fue enviado a llamar a Urwendi. Cuando ésta, de mala gana, regresó, Oromë enlazó el barco con un lazo de oro y lo arrastró lentamente a tierra. Fue así como se volvieron a mezclar, al encontrarse ambos navíos, las luces dorada y plateada como antaño lo hacían Laurelin y Silpion (Telperion). Y luego avanzó la oscuridad, hasta que comenzó a navegar por los cielos el Barco de la Luna, timoneado por Ilinsor.
Según se nos cuenta en "El ocultamiento de Valinor" (El Libro de los Cuentos Perdidos, 1), más tarde, para regular las salidas y entradas de Urwendi e Ilinsor, se construyó la Puerta de la Noche, en el Muro de las Cosas. Y estas puertas eran inexpugnables y nadie sabía cómo fueron hechas y colocadas, pues se trataba del último secreto de los Dioses. Estas Puertas, sólo se podían abrir con una palabra mística que sólo Urwendi conoce, pues Manwë se la dijo. Y en el este se construyó un gran arco de oro, asegurado por rejas de plata: Las Puertas de la Mañana, que sólo se abren para Urwendi, al pronunciar la misma palabra mística pero de forma invertida. De esta manera, cuando el Barco de la Luna deja el puerto en el Este, Ulmo arrastra el Barco del Sol hasta la Puerta de la Noche, y Urwendi pronuncia la palabra mística y la Puerta se abre ante ella.
Y fue entonces cuando se presentaron ante los Valar Danuin, Ranuin y Fanuin, el Día, el Mes y el Año, los hijos de Aluin, el Tiempo. Y éstos hicieron tres cuerdas que entregaron a Manwë: la cuerda de Danuin servía para gobernar las idas y venidas de la barca timoneada por Urwendi; la cuerda de Ranuin servía para controlar la Luna y la más gruesa y más poderosa de las tres, la cuerda de Fanuin servía para mantener atados y entremezclar los destinos del Sol y la Luna. Y fue así como, según se narra en estos antiguos escritos, fueron trazados los cursos inalterables del Sol y la Luna y todas las cosas del mundo fueron sometidas al paso del tiempo y el cambio.
Por último, en "La Historia de Eriol o Aelfwine", publicada en El Libro de los Cuentos Perdidos, 2, nos encontramos que Melko, en su afán por destruir el Sol, la Luna y las Estrellas, consigue remontarse muy alto y provoca trastornos en Sári, de forma que Urwendi cae al mar y el Barco casi se precipita sobre la Tierra, abrasando regiones completas. Desde entonces, el Sol nunca ha vuelto a brillar con la misma intensidad que antes, y ha perdido parte de su magia. Y es por esto que los Elfos suelen bailar y cantar más dulcemente a la luz de la Luna y es mucho más fácil verlos cuando ésta brilla.