Los Balrogs nunca tuvieron alas
"Las filas de los Orcos se habían abierto como si ellos mismos estuviesen asustados. Una figura avanzó hasta la grieta, no más alta que un hombre, pero el terror parecía ir delante de ella. Desde lejos pudieron ver el fuego intenso de sus ojos amarillos; sus brazos eran muy largos y tenía una roja [? lengua]. Con un salto por el aire pasó encima de la grieta ardiente. Las llamas subieron a darle la bienvenida y se retorcieron a su alrededor. El pelo flotante pareció encenderse y la espada que sostenía se convirtió en llama. En la otra mano empuñaba un látigo de muchas colas.
-Ay, ay -se quejó Legolas-. [Los balrogs son>] Ha venido un Balrog.
-Un balrog, dijo Gandalf-. Qué mala suerte... y mi poder está casi agotado.
La figura llameante atravesó corriendo el suelo. Los orcos aullaron y dispararon muchas flechas.
- ¡Por el puente! -gritó Gandalf-. ¡Huid! ¡Huid! Es un enemigo muy superior a cualquiera de vosotros. Yo le cerraré el paso del Puente. ¡Huid!
Cuando alcanzaron la puerta se volvieron, a pesar de su orden. Las figuras trolls cruzaban el fuego llevando en brazos a los orcos. El Balrog corrió hasta el Puente. Legolas [? alzó] el arco y [una] flecha le atravesó el hombro. El arco le cayó al suelo, inservible. Gandalf aguardaba en medio del puente. En su mano centelleaba Glamdring. En la izquierda tenía en alto la vara. El Balrog avanzó y se lo quedó mirando.
De repente, con un chorro de llamas, se plantó de un salto sobre el Puente, pero Gandalf se mantuvo firme.
-No puedes pasar -dijo-. Vuelve [tachado, probablemente, tan pronto como fue escrito: a las profundidades llameantes. Está prohibido para cualquier Balrog salir bajo el cielo desde que Fionwë hijo de Manwë venció a Thangorodrim.] Soy el amo del Fuego Blanco. La llama roja no puede pasar por aquí.
La criatura no respondió, pero, enderezándose hasta alcanzar una gran altura y cernirse sobre el mago, avanzó y lo golpeó. Una cortina de fuego blanco brotó ante él [? como un escudo]. Y el Balrog cayó hacia atrás, la espada en pedazos fundidos y voló, pero la vara de Gandalf se quebró y le cayó de la mano. Con un siseo jadeante, el Balrog se incorporó de un salto; parecía [? medio ciego], pero continuó y alcanzó al mago. Glamdring le cercenó la mano derecha vacía, mas en ese instante, cuando [? asestaba el golpe], el Balrog [? golpeó con] su látigo. Las colas azotaron y se enroscaron alrededor de las rodillas del mago, que se tambaleó.
(La traición de Isengard, "El Puente", pp. 231-233)
Éste es uno de los primeros borradores del capítulo "El Puente de Khazad-dûm" de El Señor de los Anillos, y que podemos encontrar en La traición de Isengard. En los cuatro libros que componen La Historia de El Señor de los Anillos (El Retorno de la Sombra, La traición de Isengard, La Guerra del Anillo y El Fin de la Tercera Edad) podemos encontrar los textos de J.R.R. Tolkien en los distintos periodos de evolución de El Señor de los Anillos, recopilados y editados por su hijo Christopher Tolkien. Respecto al tema que ahora nos concierne, son varios los sitios donde se describe con más o menos claridad la forma física del Balrog de Moria, como por ejemplo en los fragmentos que a continuación se detallan:
"El borrador original del capítulo termina aquí, y no narra la llegada de la Compañía al Valle del Arroyo Sombrío. Hay una nota a lápiz en el manuscrito al lado de la descripción del Balrog: «ALTERAR descripción del Balrog. Parecía tener forma un hombre, pero no se puede discernir con claridad. Daba la impresión ser más grande de lo que aparentaba». Después de las palabras «Con un salto por el aire pasó encima de la grieta ardiente», mi padre añadió: «y una gran sombra pareció apagar la luz»."
(La traición de Isengard, "El Puente", p. 233)"Aquí Gandalf describe al Balrog, su fuego apagado, de esta manera: «era una criatura de barro, fuerte como una serpiente constrictora, lisa como el hielo, flexible como una correa, inquebrantable como el acero»"
(La traición de Isengard, "El Caballero Blanco", p. 506)
Pero claro, muchos dirán que esto no son más que textos descartados por el autor, y aunque no debemos olvidar que a partir de ellos compuso la versión final no tenemos más remedio que acudir al canon, a la obra finalmente publicada, en la cual, y como todos bien sabemos, se dice lo siguiente:
"Las filas de los orcos se habían abierto, y retrocedían como si ellos mismos estuviesen asustados. Algo asomaba detrás de los orcos. No se alcanzaba a ver lo que era; parecía una gran sombra, y en medio de esa sombra había una forma oscura, quizá una forma de hombre, pero más grande, y en esa sombra había un poder y un terror que iban delante de ella. Llegó al borde del fuego y la luz se apagó como detrás de una nube. Luego, y con un salto, la sombra pasó por encima de la grieta. Las llamas subieron rugiendo a darle la bienvenida, y se retorcieron alrededor; y un humo negro giró en el aire. Las crines flotantes de la sombra se encendieron y ardieron detrás. En la mano derecha llevaba una hoja como una penetrante lengua de fuego y en la mano izquierda empuñaba un látigo de muchas colas.
-¡Ay, ay! -se quejó Legolas-. ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog!
Gimli miraba con los ojos muy abiertos.
-¡El Daño de Durin! -gritó y dejando caer el hacha se cubrió la cara con las manos.
-Un Balrog -murmuró Gandalf-. Ahora entiendo. -Trastabilló y se apoyó pesadamente en la vara.- ¡Qué mala suerte! Y estoy tan cansado...
La figura oscura de estela de fuego corrió hacia ellos. Los orcos aullaron y se desplomaron sobre las losas que servían como puentes. Boromir alzó entonces el cuerno y sopló. El desafío resonó y rugió como el grito de muchas gargantas bajo la bóveda cavernosa. Los orcos titubearon un momento y la sombra ardiente se detuvo. En seguida los ecos murieron, como una llama apagada por el soplo de un viento oscuro, y el enemigo avanzó otra vez.
-¡Por el puente! -gritó Gandalf, recurriendo a todas sus fuerzas-. ¡Huid! Es un enemigo que supera todos vuestros poderes. Yo le cerraré aquí el paso. ¡Huid!
Aragorn y Boromir hicieron caso omiso de la orden y afirmando los pies en el suelo se quedaron juntos detrás de Gandalf en el extremo del puente. Los otros se detuvieron en el umbral del extremo de la sala, y miraron desde allí, incapaces de dejar que Gandalf se enfrentara solo al enemigo.
El Balrog llegó al puente. Gandalf aguardaba en el medio, apoyándose en la vara que tenía en la mano izquierda; pero en la otra relampagueaba Glamdring, fría y blanca. El enemigo se detuvo de nuevo, enfrentándolo, y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos vastas alas. En seguida esgrimió el látigo, y las colas crujieron y gimieron. Un fuego le salía de la nariz. Pero Gandalf no se movió.
-No puedes pasar -dijo. Los orcos permanecieron inmóviles y un silencio de muerte cayó alrededor-. Soy un servidor del Fuego Secreto, que es dueño de la llama de Anor. No puedes pasar. El fuego oscuro no te servirá de nada, llama de Udûn. ¡Vuelve a la Sombra! No puedes pasar.
El Balrog no respondió. El fuego pareció extinguirse y la oscuridad creció todavía más. El Balrog avanzó lentamente y de pronto se enderezó hasta alcanzar una gran estatura, extendiendo las alas de muro a muro; pero Gandalf era todavía visible, como un débil resplandor en las tinieblas; parecía pequeño y completamente solo; gris e inclinado, como un árbol seco poco antes de estallar la tormenta.
De la sombra brotó llameando una espada roja.
Glamdring respondió con un resplandor blanco.
Hubo un sonido de metales que se entrechocaban y una estocada de fuego blanco. El Balrog cayó de espaldas y la hoja le saltó de la mano en pedazos fundidos. El mago vaciló en el puente, dio un paso atrás y luego se irguió otra vez, inmóvil.
-¡No puedes pasar! -dijo.
El Balrog dio un salto y cayó en medio del puente. El látigo restalló y silbó.
-¡No podrá resistir solo! -gritó Aragorn de pronto y corrió de vuelta por el puente-. ¡Elendil! -gritó-. ¡Estoy contigo, Gandalf!
- ¡Gondor! -gritó Boromir, y dando un salto se precipitó detrás de Aragorn.
En ese momento, Gandalf alzó la vara y dando un grito golpeó el puente ante él. La vara se quebró en dos y le cayó de la mano. Una cortina enceguecedora de fuego blanco subió en el aire. El puente crujió, rompiéndose justo debajo de los pies del Balrog, y la piedra que lo sostenía se precipitó al abismo mientras el resto permanecía allí, en equilibrio, estremeciéndose como una lengua de roca que se asoma al vacío.
Con un grito terrible el Balrog se precipitó hacia adelante; la sombra se hundió y desapareció. Pero aun mientras caía sacudió el látigo y las colas azotaron y envolvieron las rodillas del mago, arrastrándolo al borde del precipicio. Gandalf se tambaleó y cayó al suelo, tratando vanamente de asirse a la piedra, deslizándose al abismo."
(El Señor de los Anillos, "El Puente de Khazad-dûm", pp. 354-356)
En lo básico, es evidente que la historia se mantiene, pero como sabemos todos los amantes de la obra de Tolkien, es en este párrafo, en este capítulo, donde se encuentran las dos "célebres" frases que han originado el sempiterno y el aparentemente irresoluble debate acerca de si el Balrog tenía o no alas.
Según nos aclara Christopher Tolkien en "La traición de Isengard", el manuscrito original de su padre evoluciona entre estos dos textos de la siguiente manera:
"En el B se dice que el Balrog «se detuvo de cara a él»: en el C «el Balrog se detuvo, enfrentándolo, y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos grandes alas». Inmediatamente después, donde en CA el Balrog «se enderezó hasta alcanzar una gran estatura, extendiendo las alas de muro a muro», ni el B ni el C tienen las palabras «una gran estatura» ni hablan de «alas».
(La traición de Isengard, "El puente", p. 238)
Por lo tanto, fue en el llamado "manuscrito C" donde J.R.R. Tolkien inserta la primera cita, la que esgrimimos aquellos que defendemos que el Balrog no tenía alas. Pero, ¿cuándo y por qué aparece la segunda frase? Como el propio Christopher Tolkien dice, en los manuscritos de los que él dispone no se habla de alas. El balrog es descrito rodeado de una oscuridad, que en un momento dado, toma la forma de unas alas. Desde luego, es cuando menos extraño que nuestro querido profesor, siendo tan detallista como era y tan exquisito en el uso del lenguaje, no dejara claro si un ser perteneciente a su creación mitológica, y que por tanto nos era desconocido hasta que de él leímos por primera vez en su obra, tenía o no alas, elemento definitorio y fundamental en la descripción del enemigo de Gandalf.
Bien, pues en la reciente publicación de The Lord of the Rings: A Reader´s Companion, de Wayne G. Hammond y Christina Scull, publicado en el Reino Unido el pasado mes de noviembre de 2005, y tal y como ya anunciamos en las noticias de esta web, se incide en este aspecto:
330 (I:344). y la sombra que lo envolvía se abrió a los lados como dos vastas alas - Ésta y la frase que se da dos párrafos más abajo, "de pronto se enderezó hasta alcanzar una gran estatura, extendiendo las alas de muro a muro", han llevado a muchas discusiones entre lectores en cuanto a si los Balrogs tienen alas. Como dos vastas alas al principio describe la sombra que rodea el Balrog, y la segunda parece seguir aplicándose a la sombra: según el Balrog aumenta su altura, así su sombra se extiende a lo ancho. Otra evidencia citada para las alas, cuando se dice que los Balrogs "pasaron con una velocidad alada por sobre Hitlum"[*] (El Anillo de Morgoth, P. 340), puede ser interpretada generalmente como figurada.
(The Lord of the Rings: A reader´s companion, "The bridge of Khazad-dûm", p.296) (Traducción de Elfenomeno)
[*] En la versión original en inglés se dice "and they passed with winged speed over Hithlum", es decir que "pasaron con una velocidad alada por sobre Hitlum"
La gente que defiende al Balrog con alas argumenta, también, que lo importante no es el detalle de la velocidad alada, sino el final de esta frase: "llegaron a Lammoth como una tempestad de fuego", argumentando que una tempestad proviene desde el cielo, por lo que los Balrogs debieron llegar volando. Sin embargo, nos encontramos ante algo que es de nuevo completamente circunstancial y que, de la misma forma, puede interpretarse de forma figurada. Además, esto añade una nueva incógnita al debate: ¿los Balrog podían volar?
Pero además, según hemos podido leer en un reciente ensayo de Michael Martinez publicado en MERP, cuando a Christopher Tolkien se le preguntó por escrito acerca de las alas, contestó lo siguiente:
Por regla general, no me era enviado el material tardío de Markette (sic) - los textos mecanografiados por mi padre - y en muchos casos ni siquiera los he visto... Así, nunca leí el texto mecanografiado final (el siguiente a la copia en limpio del manuscrito C (La Traición de Isengard, páginas 203-33) del Puente de Khazad-dum (Markette nº 3/3/25)). Presumo que fue ahí donde entró la mención de las alas del Balrog que se extendían de muro a muro. Usted podría pedir a Chuck Elston, el infinitamente solícito archivero de Markette, que le busque el 3/3/25. Pero entonces probablemente no le sería muy útil, sin ningún conocimiento preciso de cuándo lo mecanografió mi padre: aunque en una carta de 28 de febrero de 1949, él escribió: "Encuentro descomunal el trabajo de mecanografiar una buena copia del «Señor de los Anillos»"[*]. Yo, personalmente, nunca he pensado que la segunda mención de las alas del balrog tenga ningún significado diferente de la primera.
(Traducción de Elfenomeno)
Bien, y ¿qué sacamos en claro con este nuevo texto? Por el momento, dos cosas:
- Por un lado, se nos confirma el momento en el cual pudo introducirse la segunda cita de las alas. En todo caso, la inclusión de esta frase es posterior a la del símil "como dos vastas alas".
- Y, por otro lado, está claro que para Christopher Tolkien los Balrogs no tienen alas, ni las tuvieron desde un primer momento, porque a juzgar por sus palabras su pensamiento se encamina claramente a lo anteriormente citado, que la metáfora "extendiendo las alas de muro a muro" no es más que una énfasis del símil "como dos vastas alas". Y es que dentro del mundo de J.R.R. Tolkien, es indudable que la persona con más autoridad sobre el tema es su hijo, Christopher. Además, no podemos dejar de pensar que si alguien ha tenido oportunidad de preguntar al propio J.R.R. Tolkien y de saber cómo eran los Balrog y si tenían o no tenían alas, éste es Christopher Tolkien.
Para los que suscribimos estas líneas con todos estos datos está más que claro que tenemos un nuevo enigma resuelto en nuestra amada Tierra Media. Ahora tan sólo nos resta esperar a que pronto aparezca algún texto que nos aclare de una vez quién o qué es Tom Bombadil.
* Nota: La carta a la que aquí se refiere C. Tolkien es la que aparece en "J.R.R. Tolkien: Cartas, numerada con el nº 119 y dirigida a Allen & Unwin el 28 de febrero de 1949:
No tengo tiempo para volver a mecanografiar [Egidio, el granjero], y no creo que sea verdaderamente necesario. Encuentro descomunal el trabajo de mecanografiar una buena copia del «Señor de los Anillos», y la alternativa de obtenerla por mediación de un profesional, prohibitiva por el coste ....
(J.R.R. Tolkien: Cartas, carta nº 119)