Batalla del Morannon

Lugar: Morannon.

Protagonistas: Hombres de Gondor; Rohirrim; Aragorn; Gandalf; Legolas; Gimli; Pippin; Beregond; Imrahil; Elladan; Elrohir; Éomer; Gwaihir; Landroval; Boca de Sauron; Orcos; Trolls; Sureños; Hombres del Este; Hombres de Rhûn; Hombres de Harad; Nazgûl.

Año o época: 25 de marzo de 3019 TE

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Batalla librada el 25 de marzo del año 3019 de la Tercera Edad entre el ejército de Aragorn y las huestes de Sauron en el Morannon.

Dicen las Crónicas que tras la victoria en la Batalla de los Campos del Pelennor, el día 16 de marzo del 3019 T.E., se celebró un consejo para dilucidar qué acciones de guerra se emprenderían en el devenir de la Guerra del Anillo. Allí, a las afueras de Minas Tirith, y muy cerca de donde muriera el Rey Théoden, se reunieron Aragorn, Éomer, Gandalf, el Príncipe Imrahil y los hijos de Elrond. Tras sopesar las acciones que podían llevar a cabo en su lucha contra Sauron finalmente se llegó a la conclusión de que intentar una resistencia en Minas Tirith sería en balde ya que era cuestión de tiempo que las inmensas fuerzas de que Sauron disponía arrasaran la ciudad. Del mismo modo en las condiciones en que se encontraban les resultaba imposible emprender una acción ofensiva contra los aliados de Mordor debido a su evidente superioridad militar. Además, Gandalf era consciente de que no podrían obtener la victoria por el uso de las armas, y sin embargo insistía en que con el uso de las armas podían, y debían, prestar ayuda al Portador del Anillo pues del éxito de su misión, que no era otra que la de destruir el Anillo Unico, dependía del único modo en que podían obtener la victoria. Gandalf estaba convencido en que Sauron creía que ellos tenían el Anillo en su poder, y que alguno de ellos se atrevería a usarlo en su contra, y por tanto, argumentaba que el Ojo de Sauron se encontraba centrado en todo lo que ellos hacían e insistía en que debían seguir llamando la atención de Sauron para que desviara su atención del paradero del verdadero Portador del Anillo y ayudarle de esta manera a completar su misión.

Para tal fin, Gandalf, propuso atacar Mordor con todas las fuerzas de que se dispusiera para así distraer a Sauron, y para atraer fuera de la Tierra Negra a todas las fuerzas que allí se encontraban, pues de este modo sería más fácil para Frodo y Sam llegar al Monte del Destino, lugar donde el Anillo Unico debía ser destruido. Aragorn vio sabiduría en las palabras de Gandalf y por tanto le dio su apoyo, y lo mismo sucedió con todos los demás, decidiéndose así que un ejército acudiera a las Puertas de Mordor para presentar batalla al Señor Oscuro. Sin embargo no podían dejar a Gondor y a Minas Tirith sin defensa y por tanto se decidió llevar una fuerza poderosa para presentar batalla, mas no todas las fuerzas de que podían disponer pues temían que en el caso de que obtuvieran la victoria al volver se encontraran sus tierras devastadas.

Gandalf propuso que debían partir lo antes posible, en dos días, tiempo suficiente para que, según Aragorn, llegaran a la ciudad las fuerzas de Angbor que ya se encontraban de camino a Minas Tirith. Se acordó que partirían en la mañana del segundo día con siete mil hombres, la mayoría de ellos a pie debido a las malas condiciones orográficas del terreno que tendrían que atravesar. Aragorn trataría de reunir unos dos mil hombres de los que se habían unido a él en el Sur, e Imrahil tendría que reclutar a tres mil quinientos. Éomer aportaría quinientos hombres a caballo que estarían bajo su mando, y otros quinientos en una segunda compañía que junto con los hijos de Elrond, y los Dúnedain, marcharían con los Caballeros de Dol Amroth. En total se reunió un ejército de siete mil hombres: mil a caballo y seis mil a pie. Pero la fuerza principal de los Rohirrim, tres mil hombres a caballo al mando de Elfhelm, se quedarían defendiendo el Camino del Oeste contra los ejércitos enemigos que aún se encontraban en Anórien.

Y así fue como el día 18 de marzo del 3019 T.E. el Ejército del Oeste se encontraba reunido en el Pelennor, en busca de un destino incierto. Los Orcos y los Hombres del Este que se encontraban en Anórien fueron expulsados por los Rohirrim, y huyeron hacia Cair Andros. Una vez librados de tal amenaza y tras llegar las nuevas fuerzas procedentes del sur, la Ciudad de Minas Tirith se encontraba bien defendida. Los batidores y los exploradores informaron que no había presencia enemiga hasta la Encrucijada del Rey Caído y por tanto sonaron al fin las trompetas, y el ejército se puso en movimiento. De nuevo Legolas y Gimli cabalgaban juntos en compañía de Aragorn y de Gandalf, que marchaban en la vanguardia del ejército acompañados por los Dúnedain y por los hijos de Elrond. Merry no acudió a esta batalla pues se estaba recuperando de sus heridas, y por tanto, y en representación de la Comarca, acudió Pippin, que marchó en una compañía de Hombres de la Ciudad mandada por Beregond.

El ejército llegó a Osgiliath antes del mediodía, donde se reparaban los puentes y las defensas en previsión de nuevos ataques. La vanguardia pasó sobre sus ruinas y por sobre el río Anduin para tomar el camino que unía Minas Tirith con Minas Morgul. Cinco leguas más allá de Osgiliath el ejército se detuvo, concluyendo así la primera jornada de marcha. Sin embargo los Jinetes habían proseguido la marcha y antes de que llegara la noche llegaron a la Encrucijada y al gran círculo de árboles. Se dice que todo era silencio y que una tensa calma lo envolvía todo alrededor. Aquí Aragorn ordenó a los heraldos que anunciaran la llegada del ejército de Gondor, y tras esto se debatió si sería conveniente que Minas Morgul fuera el primer blanco de su ataque. Imrahil proponía arrasar la ciudad para posteriormente tomar el camino que desde allí conducía al corazón de Mordor pues esta vía de acceso estaría menos defendida que la Puerta del Norte. Sin embargo Gandalf se opuso frontalmente pues argumentaba que era un lugar tenebroso y muy peligroso, y porque temía que si llamaban la atención de Sauron en esa zona descubriera al Portador del Anillo ya que, según la información de que se disponía por medio de Faramir, ésta era la ruta que había tomado para internarse en Mordor. Al día siguiente, el 19 de marzo del 3019 T.E., cuando llegó el grueso del ejército, se dispuso a una guardia numerosa en la Encrucijada para prevenir un posible ataque de Mordor por el Paso de Morgul. Para tal menester se escogió a una guardia de arqueros que conocían bien los caminos de Ithilien y que permanecerían ocultos en los bosques para vigilar los caminos de la zona y se destruyó el puente que conducía a Minas Morgul, quemando a continuación los campos siniestros que rodeaban la zona, seguramente para evitar que una fuerza enemiga se ocultara allí y les atacara de improviso.

Al día siguiente, concretamente el 20 de marzo del 3019 T.E., el ejército emprendió la marcha hacia el norte. Aún tenían por delante unas cien millas de camino y avanzaban abiertamente pero con cautela y con numerosos exploradores y batidores que vigilaban ante una posible emboscada. Se dice que de vez en cuando Gandalf ordenaba a los heraldos que anunciaran que el ejército de Gondor presentaba batalla, pero en esta ocasión el Príncipe Imrahil ordenó que se anunciara la llegada del Rey Elessar, pues así sus enemigos estarían más confusos. Y así se hizo desde entonces, y tres veces al día los heraldos anunciaban la llegada del Rey Elessar, pero nadie respondía al desafío.

El Ejército del Oeste proseguía la marcha en medio de una tensa calma, y sin embargo una oscura opresión inundaba los corazones de todos los hombres, pues sentían que marchaban hacia un negro e incierto destino. Al final del segundo día de marcha desde la Encrucijada se produjo el primer enfrentamiento. Una hueste de Orcos y de Hombres del Este emboscaron a las compañías situadas en la vanguardia justo en el mismo sitio donde Faramir había combatido con los Hombres de Harad. El lugar en cuestión era una estrecha garganta por donde penetraba el camino que el ejército seguía en dirección al Morannon, pero los Capitanes del Oeste estaban prevenidos por los batidores que, bajo el mando de Mablung, los hicieron caer en su propia trampa puesto que la caballería se desplegó en un movimiento envolvente hacia el oeste sorprendiéndolos por el flanco y la retaguardia. El Ejército del Oeste obtuvo una contundente victoria, y el enemigo fue destruido y dispersado al este de las montañas. Se dice que desde esa noche los Nazgûl vigilaron desde el aire todos los movimientos del ejército. Volaban siempre a gran altura, y acechaban al ejército sin atacarles y sin proferir sus terroríficos gritos, pero un gran miedo asolaba a todo el ejército.

En el cuarto día de marcha desde la Encrucijada, concretamente el día 23 de marzo, el ejército comenzó a internarse en los páramos que precedían a las puertas de Cirith Gorgor, divisando parajes tan desolados y terroríficos que una parte del ejército se detuvo presa de un miedo tan atroz que les impedía seguir adelante. Entonces Aragorn comprendió que no podía obligarles a proseguir puesto que se trataba de hombres jóvenes de Rohan y de Lossarnach a quienes no podía exigirles que se enfrentaran a la peor de sus pesadillas, y por tanto les dejó volver, pero les ordenó que fueran por el sudoeste hasta Cair Andros para que reconquistaran la posición defensiva puesto que sospechaba que se encontraba en manos del enemigo. Al ver la piedad y el buen obrar de Aragorn algunos se sobrepusieron a sus miedos y decidieron seguir adelante, y así, y con menos de seis mil hombres (muchos fueron dejados en la Encrucijada montando guardia), el Ejército del Oeste marchó a desafiar a Sauron y al poder de Mordor.

Tras esta primera batalla el Ejército del Oeste avanzaba con más lentitud y en filas más compactas. Esperaban que en cualquier momento les volvieran a atacar y por tanto desistieron de enviar exploradores en avanzadilla pues serían fácilmente atacados por los posibles enemigos que seguían sus movimientos. En el anochecer del día 24 de marzo prepararon su último campamento, con numerosas hogueras encendidas alrededor. Se dice que esa noche nadie logró conciliar el sueño y que todos pasaron la noche en vela, expectantes y preparados para lo peor. Y lo peor llegó al día siguiente. Un amanecer frío y cargado de un viento helado les dio la “bienvenida”, se encontraban en un paraje desierto y muy cerca de ellos, en el sur, asomaba el baluarte de Cirith Gorgor, en cuyo centro se encontraba el Morannon, la Puerta Negra, flanqueada por las dos Torres de los Dientes: Narchost, el Diente de Fuego, y Carchost, el Fuerte del Colmillo. Porque en la última etapa del viaje, el día 25 de marzo, los Capitanes habían decidido evitar las emboscadas de las colinas y se habían desviado del camino en el punto en que se curvaba hacia el este, y de este modo, y tal y como lo hiciera antes Frodo, se acercaban al Morannon desde el noroeste.

Se hallaban frente a los batientes de hierro de la Puerta Negra, que estaban cerrados, y un silencio sepulcral lo envolvía todo. Parecía que no había nadie en la Puerta de Mordor pero ellos sabían que en las innumerables cavernas excavadas en las rocas se escondían infinidad de maléficas criaturas. De repente aparecieron los Nazgûl revoloteando por sobre las Torres de los Dientes, pero del resto de sus enemigos nada sabían. Aragorn dispuso a su ejército en dos grandes colinas de piedra que los Orcos habían amontonado durante años justo en frente de la Puerta Negra, y una vez dispuestos los ejércitos en formación de batalla se dispuso una comitiva encabezada por Gandalf, y tras él iban Aragorn y los hijos de Elrond, y Éomer junto com Imrahil. Legolas, Gimli y Pippin también les acompañaron pues de este modo quedaban representados todos los pueblos enemigos de Sauron. La comitiva se acercó a la Puerta Negra y los heraldos hicieron sonar las trompetas y desplegaron el estandarte. A grandes voces exigieron a Sauron que saliera para reparar los daños que les había infligido. Esta “representación teatral” no era más que una maniobra para centrar la atención de Sauron en sus acciones y así ganar tiempo para que el Portador del Anillo pudiera llevar a cabo su misión.

Tras un largo silencio se oyó un redoble de tambores y un ruido de muchos cuernos que anunciaban la apertura del batiente central de la Puerta Negra y la llegada de la embajada enviada por Sauron. Al frente de la misma se encontraba una negra figura alta y maléfica a lomos de un caballo negro. No se trataba de un Nazgûl puesto que era un hombre, y estaba vivo, la Boca de Sauron lo llamaban, pues su antiguo nombre fue olvidado hacía mucho tiempo. Tras un primer enfrentamiento dialéctico el Emisario de Sauron mostró, para asombro y consternación de la Embajada del Oeste, la espada de Sam, una capa gris con un broche élfico y por último la mithril'>cota de malla de mithril que Frodo llevaba bajo sus ropas. Ante tales evidencias una indescriptible pesadumbre invadió las mentes y los corazones de la comitiva mandada por Gandalf, pues veían cómo su última esperanza de salvación se esfumaba de un plumazo. Sin embargo Gandalf logró que guardaran la compostura y la Boca de Sauron se dispuso a enumerar las condiciones de rendición que el Señor Oscuro le había ordenado transmitir. Pero las condiciones eran inaceptables para los Capitanes del Ejército del Oeste y al exigirles el Emisario de Sauron que se decidieran de una vez por todas, Gandalf se adelantó, y envuelto en una súbita luz blanca, le arrebató los objetos que la Boca sostenía en sus manos, gritándole que de ningún modo aceptarían tales condiciones. Ante tal acción el Emisario de Sauron, lleno de furia, abandonó el lugar de reunión y partió al galope hacia Cirith Gorgor, y mientras se alejaba las huestes de Mordor soplaron los cuernos que dieron paso a la señal que indicaba que la batalla iba a comenzar.

Los tambores redoblaban y numerosas hogueras se encendieron. Los batientes de la Puerta Negra se abrieron por completo y dieron paso a una marea negra de enemigos que se lanzaban en un furioso e imparable ataque. Los Capitanes del Oeste montaron sus caballos y huyeron al galope en dirección a las dos colinas donde se hallaban posicionados sus ejércitos cuando apareció un ejército de Hombres del Este que se encontraba oculto en las sombras de las Ered Lithui, junto a la torre más distante. De las colinas que flanqueaban el Morannon brotó una inmensa cantidad de Orcos que se lanzaron prestos al ataque. De este modo el Ejército del Oeste se vio pronto atrapado y rodeado, y se dice que frente a ellos se desplegaba una fuerza más de diez veces superior que las suyas. Aragorn se encontraba en la misma colina que Gandalf, y allí enarbolaron el estandarte del Arbol y las Estrellas. Mientras, en la otra colina, ondeaban al viento los estandartes de Rohan y Dol Amroth, y un círculo de lanzas y espadas defendían ambas colinas.

El viento soplaba con fuerza y las flechas silbaban en el aire por todas partes. Los vapores oscuros procedentes de Mordor casi ocultaban los rayos del sol, y de entre una cada vez más espesa bruma surgieron los Nazgûl con sus terribles gritos. Pippin se encontraba junto a Beregond, en la primera fila de los Hombres de Gondor mandados por Imrahil, y sobre ellos cayó el primer ataque. Una marea de Orcos se detuvo ante ellos y lanzaron una lluvia de flechas, y de entre ellos surgió una gran compañía de trolls procedentes de las montañas de Gorgoroth. Su carga fue brutal, era casi imposible hacerles frente pues avanzaban a grandes pasos causando muchas bajas en el ejército defensor. Beregond no tardó en caer bajo los golpes del gran jefe de los trolls, y fue gracias a la heroica acción de Pippin, que con su espada de Oesternesse le lanzó una estocada en sus órganos vitales, que su fiel amigo sin duda hubiera muerto en ese instante. Sin embargo el troll cayó sobre Pippin que perdió el sentido, y mientras se hundía en las sombras pudo escuchar unas voces que gritaban, como si de un sueño se tratase, “¡Llegan las Aguilas! ¡Llegan las Aguilas!”

Las Aguilas llegaban justo cuando el Ejército del Oeste iba a ser aniquilado pues no podían ofrecer resistencia ante la abrumadora superioridad del ejército de Sauron. La llegada de los nuevos aliados miraron desconcertados a Gwaihir y a su hermano Landroval, y detrás de ellos venían sus vasallos de las montañas del Norte, que no tardaron en lanzarse al ataque sobre los Nazgûl. Y cuando todo parecía perdido, pues pese a la llegada de Gwaihir y los suyos no había esperanza de victoria, sucedió lo inesperado. Un grito de terror absoluto se elevó desde la Torre Oscura y los Nazgûl dieron media vuelta en respuesta a la desesperada llamada de Sauron. En ese instante las huestes de Mordor se estremecieron, sintieron miedo y sus corazones flaquearon pues la voluntad de Sauron, que los guiaba y alentaba en la batalla, ya no estaba con ellos, y al mirar los semblantes de los Hombres del Ejército del Oeste vieron la muerte reflejada en sus ojos, y sintieron miedo.

Entonces los Capitanes del Oeste prorrumpieron en grandes gritos porque sentían que la situación les era ahora favorable, y los sitiados se precipitaron a la carga contra sus vacilantes adversarios. Porque en ese momento el Anillo Unico había sido arrojado a los fuegos del Monte del Destino, y la tierra tembló bajo los pies de los hombres, y una oscuridad impenetrable se elevó en el cielo. Las Torres de los Dientes se estremecieron y se desmoronaron, y la Puerta Negra quedó en ruinas. “¡El reino de Sauron ha sucumbido! El Portador del Anillo ha cumplido su Misión” gritó Gandalf, y tras decir esto los Capitanes del Oeste vieron a lo lejos una sombra impenetrable que se alzaba contra ellos como si de una mano se tratase, y en el momento en que descendía hacia ellos fue arrastrada por un viento fuerte que la hizo desaparecer. Tras estos inesperados acontecimientos los Orcos y los Trolls se dieron a la fuga, algunos incluso se daban muerte entre ellos y otros se arrojaban a los fosos, pues el poder de Sauron había desaparecido y con él todas sus esperanzas de victoria. Y los Hombres del Sur y el Este viendo la gran majestad y el ímpetu de los Capitanes del Oeste dieron por perdida la batalla, y la mayoría de ellos se rindieron o se dieron a la fuga. Pero hubo muchos, los que por más tiempo habían servido a Sauron, que decidieron seguir batallando, y así lo hicieron, siendo vencidos por el Ejército del Oeste, que finalmente obtuvo la victoria más importante de entre todas las batallas de la Guerra del Anillo.

Tras esta gran batalla parte del Ejército del Oeste penetró en Mordor destruyendo las fortalezas del norte de la Tierra Negra. Y cuando se aproximaba el mes de mayo los Capitanes del Oeste levaron anclas en Cair Andros y se dirigieron por el Anduin hasta llegar a Osgiliath, donde se detuvieron por un día. Al día siguiente regresaron a los campos verdes del Pelennor, donde levantaron las tiendas en espera de la mañana, pues era la Víspera de Mayo, y se dice que el Rey entró de nuevo por las Puertas de Minas Tirith a la salida del sol.