Moria

Situación: Debajo de las Montañas Nubladas.

Época: Primera Edad, Segunda Edad, Tercera Edad

Otros nombres: Khazad-dûm (“mansión de los Enanos”). En oestron, Mina del Enano. En sindarin Hadhodrond, aunque el nombre élfico más habitual fue Moria. De este último derivan los términos oestron Pozo Oscuro y Abismo Negro.

El Balrog
Moria, el “pozo oscuro”, nombre algo despectivo, pues para sus habitantes siempre será Khazad-dûm (la “mansión de los Enanos”), la obra cumbre del arte y el poder de los Enanos, símbolo de su pueblo, una de las mayores obras de ingeniería jamás acometidas en todo el Arda por raza alguna.

En oestron, a Khazad-dûm se le llamó Mina del Enano. En sindarin fue llamada Hadhodrond, aunque el nombre élfico más habitual, sobre todo después de la liberación del Balrog fue Moria. De este último derivan los términos oestron Pozo Oscuro y Abismo Negro.

GEOGRAFÍA.

Complejo de cavernas y minas en las entrañas del Celebdil, el Caradhras y el Fanuidhol, los tres picos de las Hithaeglir conocidos precisamente como Montañas de Moria. La Puerta de Acebeda, en su extremo occidental, se encontraba a unos 320 kilómetros al sur de Rivendel y a unos 380 al norte de Isengard, casi en el centro de la cordillera. El origen de las cavernas es desconocido, y como en los relatos que han llegado hasta nosotros apenas hay descripciones morfológicas de las cuevas, es difícil establecer un origen geológico. Los relatos de fines de la Tercera Edad que hablan del paso de la Compañía del Anillo por Moria, apenas describen el tipo de roca, disposición, color, etc. Las pistas que se dan en otras descripciones de lugares de la Tierra Media, y que han servido para rastrear posibles orígenes geológicos, apenas existen en Moria, donde las canciones hablan casi en exclusiva de las maravillas construidas artificialmente.

Las descripciones nos cuentan de grietas y agujeros, abismos, arcos y puentes, pero no es posible precisar si eran producto de la naturaleza o por el contrario se trataban de respiraderos y pozas cavadas por los Enanos. Tan solo se puede aventurar que al tratarse de una zona de las Montañas Nubladas rica en vetas de metales y gemas, es probable que en su composición predominase algún tipo de roca cristalina. Hay que apuntar que el Caradhras, que presentaba un color rosáceo mientras que sus montañas hermanas mostraban rocas de tonos grisáceos y plateados, es muy posible que tuviera un origen ígneo. Lo que si parece claro es que en la zona oriental de las montañas existían unas cavernas comunicadas con el valle de Azanulbizar, y que a partir de ellas los Enanos empezaron a excavar en dirección oeste y hacia las entrañas de la tierra.

No son muchos los relatos que hablan de la vida en la Mina del Enano, pero aún así podemos hacernos una idea bastante aproximada a la realidad, de como era su disposición a fines de la Tercera Edad. En esa época se accedía a las Minas por dos entradas: la del Oeste, junto al nacimiento del Sirannon, que enlazaba con la Acebeda; y la del Este, que como hemos mencionado, comunicaba con Azanulbizar. Entre ambas puertas se extendían unos 65 kilómetros –en línea recta- de galerías, túneles, salas, ventiladeros y pozos, estimándose su profundidad máxima en casi 4000 metros. Las puertas del oeste eran una maravilla de la artesanía combinada de Elfos y Enanos: como todas las puertas secretas de los Enanos, era imposible distinguirla desde fuera, y solo se abría cuando se pronunciaba la contraseña adecuada. Para poder visualizarla, fueron adornadas con unos sencillos dibujos trazados en la roca y cubiertos de Ithildin, una sustancia obtenida del Mithril que solo se iluminaba cuando la luz de la luna o las estrellas incidía sobre ella, y solo conociendo ciertos rituales élficos.

Una vez dentro, el camino seguía, jalonado por diversas ramales y galerías, en dirección este hasta alcanzar el Cuerpo de Guardia unos 30 kilómetros más adelante. Era esta una sala, de la que se desconoce su tamaño, que comunicaba con los diferentes niveles de las minas por medio de tres arcos, uno que llevaba a una galería ascendente, otro que lo hacía hacia una descendente, y un tercero que parecía seguir el nivel de la habitación. Esta zona de Moria se encontraba a casi 2000 metros de profundidad, y desde el pozo que existía en uno de sus extremos, se podían escuchar los martillazos y demás ruidos propios de la actividad minera, de los niveles más profundos, lo que da una idea de la colosalidad de Khazad-Dûm.

El camino ascendente era el que llegaba desde el oeste a la Sala Vigésimo Primera; un gran salón de unos 135 metros cuadrados, sostenido por columnas y con accesos en todos los puntos cardinales. Por el sur se podía llegar a la Segunda Sala, en la llamada Primera Profundidad, mientras que los accesos norte y este no se sabe con certeza a donde conducían. No obstante, en el extremo noreste de la sala existía otra salida que conducía a una cámara anexa: la Cámara de Mazarbul. Sobre esta pequeña habitación de poco más de 35 metros cuadrados de superficie, la luz del exterior, por medio de una espectacular perforación, incidía directamente dándole un soberbio aspecto. Durante siglos fue el lugar donde se encontraba el trono del señor de las minas, amén del lugar donde se discutían y registraban los acontecimientos de la colonia. A finales de la Tercera Edad pasó a ser la cámara mortuoria de Balin, el último señor Enano de Khazad-Dûm. Desde la Cámara de los Registros se descendía por el este durante casi dos kilómetros hasta llegar a la Segunda Sala, la mayor y más impresionante de las descritas en las canciones. Tenía unos 700 metros cuadrados y una altura desconocida pero notable, sostenida por gigantescas columnas de piedra hábilmente trabajadas. Constaba de muchos accesos desde todos los puntos y estaba dividida en dos partes por una profunda grieta.

La escalera que descendía desde la Cámara de Mazarbul desembocaba al este de la grieta, a la zona de la sala donde se encontraba el Puente de Durin, una construcción de piedra en forma de arco que salvaba un gran abismo, y que comunicaba con las puertas orientales. Tras cruzarlo y después de apenas medio kilómetro, se llegaba a la Primera Sala, el vestíbulo oriental de Khazad-Dûm. Se trataba también de una habitación de gran altura y apoyada en gruesas columnas, con unos 225 metros cuadrados de superficie, inmediatamente anterior a las Grandes Puertas de Azanulbizar. Estas eran las estancias descritas en las canciones de los Días Antiguos, pero por supuesto representaban una mínima parte de lo que en realidad era Dwarrowdelf: miles y miles de kilómetros de galerías, túneles y pozos que cosquilleaban las entrañas de las Montañas Nubladas. La única conocida era la Escalera Interminable: una galería circular que subía desde las más insondables profundidades de Moria hasta la cima del Celebdil, en un trayecto que podría alcanzar los 7000 metros de ascensión desde las profundidades hasta la cumbre.

El final de la Escalera estaba rematado por una salida al exterior que comunicaba con la Torre de Durin, que aunque es el nombre que los Enanos a veces daban a toda la montaña de Zirak-Zigil, se refería en concreto a la cámara construida sobre el pináculo del Celebdil. La riqueza mineral de Moria era grande, pero su verdadero valor residía en ser el único lugar conocido en toda la Tierra Media de donde se obtenía Mithril, un metal de aspecto plateado, mas ligero que una pluma y más resistente que el más duro de los aceros. La única veta conocida se hallaba en las entrañas del Cuerno Rojo, que con toda certeza estaba también horadado a conciencia.

HISTORIA.

El origen de las Minas y la colonia de Khazad-Dûm, después conocidas como Moria, no está muy claro: pudiera ser que se remontase a bastantes años antes de la salida del sol, aunque daremos por bueno el dato que señala el comienzo de la Primera Edad del Sol como el momento de su nacimiento. Y fue nada menos que Durin I, el Inmortal, quien fundase las mansiones de Dwarrowdelf. Emigrado desde Gundabad, Durin llegó al valle de Azanulbizar y quedo prendado de su maravilloso aspecto.

Cuentan las canciones que Durin, al intentar contemplarse en las aguas del lago, no logró ver su reflejo, pero en cambió vio el reflejo de una constelación, que sería llamada precisamente la Corona de Durin, que no desaparecía de las aguas ni de día ni de noche. Asombrado, el Padre de los Enanos, descubrió las cavernas que dominaban el lago, puso nombres al valle, las aguas y los picos que las dominaban, y fundó las mansiones Enanas más celebradas de los Días Antiguos. En los comienzos de la Primera Edad se construyeron muchas estancias y galerías, entre las que destacaban la Torre de Durin y la Escalera Interminable, y se descubrió la enorme riqueza mineral que albergaba la incipiente colonia.

Durante toda esa edad, Khazad-Dûm creció y prosperó con rapidez, rivalizando en grandeza con Belegost y Nogrod, las grandes mansiones de los Enanos en las Montañas Azules. Precisamente, la destrucción de estas ciudades durante la Guerra de la Ira, provocó una emigración en masa hacia Dwarrowdelf de sus habitantes, lo que se tradujo en un gran impulso para la colonia. Legiones de artesanos y técnicos llegaron a las Montañas Nubladas y contribuyeron a hacer de las minas uno de los lugares más ricos de toda la Tierra Media.

Sin embargo, y aunque no se manifestaría hasta miles de años después, el fin de la Primera Edad trajo consigo la huida de muchas criaturas de Morgorth que no fueron destruidas; entre ellas un Balrog que se ocultó en las profundidades de Moria en espera de tiempos más propicios. Ajenos a esta potencial amenaza, los Enanos consiguieron ganar aún más en grandeza gracias al descubrimiento de una riquísima veta de Mithril en las entrañas del Cuerno Rojo, y al posterior establecimiento del reino Élfico de Eregion, en la vecina Acebeda. Los Gwaith-I-Mírdain pertenecían al linaje de los Noldor y estaban liderados por Celebrimbor, nieto de Fëanor, que había llegado a ser el más hábil de los artesanos Noldor desde su propio abuelo; se establecieron en la Acebeda alrededor del año 750 de la Segunda Edad.

Cuando los Enanos abrieron las minas por el oeste, el tráfico de metales desde Moria, y el de productos manufacturados desde Eregion empezó a ser fluido, y durante mil años la prosperidad acompañó a ambos pueblos al tiempo que se forjó una amistad como nunca se vio entre Enanos y Elfos. La buena sintonía entre estas gentes tuvo su punto culminante cuando el mismísimo Celebrimbor decoró con Ithildin la Puerta Occidental construida por el Enano Narvi. Esta fue la época de mayor apogeo del reino Enano, cuando Celebrimbor entregó a Durin III el primero de los Siete Anillos de los Enanos, y estos no solo controlaban las minas, sino que proclamaban como su territorio todo el valle de Azanulbizar.

Sin embargo, esta bonanza vino a terminar en el año 1695, fecha en la que Sauron invadió y destruyó el reino de Eregion. Cuando los Enanos mandaron fuerzas a Ost-In-Edhil, la capital de los Orfebres, la suerte de los Noldor estaba ya echada, y solo pudieron ayudar a replegarse hacia Rivendel a la fuerza expedicionaria de Elrond. Tras el regreso de esta tropa las puertas de Moria se cerraron y los Enanos de Khazad-Dûm quedaron aislados del mundo durante el resto de la Segunda Edad. Pasaron muchos reyes, entre ellos dos más del Linaje de Durin con su mismo nombre –los Enanos creían que se trataba del propio Durin re-encarnado-, hasta que bien entrada la Tercera Edad un sexto Durin subió al trono.

Hacia el año 1300 las puertas se volvieron a abrir –por lo menos las orientales-, y los Enanos volvieron a patrullar por las montañas. La fuerte presencia de Orcos en las Hithaeglir provocó algunos ataques a los Naugrim, recogidos en sus registros. Mientras, afanados en sus tareas de prospección y extracción del preciado Mithril, los Naugrim fueron perforando tan profundamente el corazón de Barazimbar, que en el año 1980 liberaron al Balrog que allí yacía desde finales de la Primera Edad. Los valientes Enanos no se arredraron ante semejante rival, pero el Demonio de Morgoth era demasiado enemigo para ellos y tras perder a Durin VI y a su hijo, Náin I, abandonaron Khazad-Dûm en el 1981.

Desde entonces fue conocida simplemente como Moria, el Abismo Negro, y jamás (salvo en un breve periodo en las postrimerías de la Tercera Edad) volvió a ser habitada por los Enanos. Bajo la influencia de Sauron, el Balrog permitió que diversas tribus de Orcos se instalaran en Moria a partir del año 2480, lo que se tradujo en el dominio casi absoluto de los Trasgos en las Montañas Nubladas. Prueba de ello es el ataque a Celebrían en el Paso de Caradhras, durante el invierno del 2509. Un año después, es bastante probable que Orcos de Moria participasen en la Batalla del Campo de Celebrant, a consecuencia de la cual, los Éothéod ganaron la provincia de Calenardhon, así como en la expedición por Eriador del 2740-47. Los Orcos se sentían poderosos en sus feudos de las montañas, especialmente en Moria, y esto les llevó a despreciar al resto de razas, sobretodo a los Enanos, y a pecar de excesivo orgullo.

En su soberbia cometieron un crimen que a medio plazo se convirtió en su mayor equivocación. Corría el año 2790, cuando un empobrecido y cansado Thrór llegó a las Grandes Puertas de Azanulbizar. Thrór era el heredero del Pueblo de Durin, aunque había renunciado a sus derechos en favor de su hijo Thráin, a quien había entregado el último de los Siete Anillos que aun se conservaba en poder de los Naugrim. Llegó junto a un compañero llamado Nár, y a pesar de los consejos de éste, el señor Enano penetró en las minas. Varios días después su cadáver fue arrojado frente a la entrada ante los horrorizados ojos de Nár. Tenía la cabeza seccionada y en la frente, marcado en Runas de los Enanos, el nombre de su asesino: Azog. El caudillo Orco dejó ir con vida al Enano para que contara a los suyos quien mandaba en Moria, quien era el amo, y este fue su gran error: estaba a punto de estallar la Guerra de los Enanos y los Orcos.

Tres años tardaron los Enanos en formar un poderosísimo armamento con el que arrasaron a los Orcos cueva por cueva: Gundabad, la Ciudad de los Trasgos, los refugios de los Gladios y otras comunidades Orcas fueron limpiadas a conciencia por los Naugrim. Los escasos Orcos que lograban sobrevivir huían hacia el sur, con lo que terminaron todos en Moria esperando el gran enfrentamiento: este se produjo en el año 2799 en Azanulbizar. La Batalla de Nanduhirion, una de las más sangrientas de los días antiguos, terminó con la rotunda victoria de los Enanos, que tomaron cumplida venganza del ultraje a Thrór, logrando dar muerte a Azog. Sin embargo, en el encuentro cayeron grandes señores Enanos como Náin, Frerin, Fundin o el propio Thráin que quedó cojo y tuerto; un alto precio al que no quisieron buscar recompensa ya que los Enanos renunciaron a ocupar las mansiones de Khazad-Dûm, que quedaron de nuevo a disposición del Balrog (quien, curiosamente, no intervino en la guerra).

Aunque las Hithaeglir quedaron limpias de Trasgos durante algunos años, a la larga, poco a poco, durante los siguientes siglos, Orcos y Trolls volvieron a ocupar las minas. No obstante, su presencia no fue lo suficientemente advertida, porque en el año 2989 un grupo de Enanos procedentes de Erebor y comandados por Balin, hijo de Fundin instauraron de nuevo un reino Enano en Khazad-Dûm. Cinco años después, la colonia había sido arrasada y una dramática narración de sus últimos momentos quedó plasmada en los registros. Desde entonces, ninguna criatura más que las de la Oscuridad, hoyaron Dwarrowdelf hasta enero del 3019, cuando la Compañía del Anillo, cruzó por sus túneles y galerías. Atacados por los Orcos en la Cámara de Mazarbul y perseguidos por el Balrog, lograron abrirse paso hasta el Puente de Durin, donde Gandalf se enfrentó al Demonio de Morgoth, cayendo ambos por el abismo. La batalla que siguió entre los dos Maiar les llevó desde las mazmorras más profundas hasta la Torre de Durin. Una vez en la cima, Gandalf derrotó a su enemigo, que arrambló con parte de la ladera del Cuerno Rojo en su caída. Después, Gandalf el Gris abandonaba los círculos del mundo, aunque con su sacrificio la Misión del Anillo pudo continuar más allá de los oscuros pozos de Moria. Con la derrota de Sauron en marzo de ese año, la mayor parte de las criaturas oscuras dejaron de existir (salvo los Dragones), pero a pesar de ello, no hay constancia de que ningún pueblo volviese a ocupar las impresionantes mansiones de la Mina del Enano.


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