Dragón
Lugar de origen o emplazamiento habitual: Angband, Primera Edad.
Durante la estancia del enemigo oscuro Morgoth en los pozos de Angband en la Primera Edad del Sol, crió y corrompió (esta especie pasaba por un periodo de crecimiento y maduración) una nueva raza de tenebrosas y malignas criaturas, los llamados Dragones. Existían varias clases, personificando los principales males de Hombres, Elfos y Enanos; grande fue la destrucción que provocaron a estas razas en la Tierra Media.
Se distinguían en dos tipos principales, diferenciándose entre los que podían volar, los Dragones Alados, y los que no eran capaces de hacerlo, los Grandes Gusanos. Según Tolkien, la clasificación de los Dragones a partir de la etimología de sus nombres era:
"LOK-: gran serpiente, dragón; lóke (-i) (Quenya): dragón; angulóke (raíz [ANGWA]): dragón; rámalóke (raíz [RAM]): dragón alado; urulóke (raíz [UR]): dragón de fuego; fealóke (raíz [PHAY]): dragón de chispa; lingwilóke (raíz [LIW]): dragón pez, serpiente marina. Cf. N lhûg, amlug, lhimlug."
(El Camino Perdido, "Etimologías").
Entre sus características físicas se encontraba una terrible cabeza con largas mandíbulas y dientes o lengua de serpiente; su cuello podía ser más o menos largo. En ocasiones portaba una fuerte coraza de escamas que protegía zonas como la cabeza, el lomo y los costados. A pesar de ello era bastante flexible, incluso podía formar nudos con su cuerpo, tenía una larga y potente cola y poseía cuatro patas y afiladas garras.
La vida del Dragón era bastante prolongada, pudiendo vivir cientos o quizá miles de años, aunque ninguno de los Grandes Dragones conocidos llegó a morir de vejez. Sus sentidos estaban muy desarrollados, no se escapaba nada a su aguda vista y su oído descubría el más mínimo ruido del enemigo más silencioso, e incluso identificaban con su olfato cualquier olor que desprendiese el ambiente. Eran seres con una inteligencia privilegiada aunque pecaban de ser vanidosos y bastante mentirosos. Además les gustaba demasiado comer y eran de ira fácil. Los dragones de fuego, al tener éste como elemento básico, evitaban todo acercamiento al agua y vivían en lugares oscuros, lejos de los rayos del sol, ya que la luz del día les incomodaba. Se decía que su fuego era capaz de consumir los Anillos de Poder, pero en esos tiempos no había ningún Dragón con esa capacidad, aunque lo que sí hicieron fue devorar cuatro de los Siete Anillos de los Reyes Enanos. Cuando eran heridos manaba de ellos sangre negra, que era un veneno muy efectivo al contacto directo; la peste de gusano que transmitían eran vapores que olían a azufre y cieno ardientes.
En sus tiempos los Dragones dictaban sus leyes por la fuerza y sometían a cualquiera que les hiciera frente. El Urulóki Glaurung era el padre de todos los dragones y aunque no pertenecía a la raza de los alados, fue el principal terror en su época. Pero el más grande de los Dragones Alados fue denominado Ancalagon El Negro, el primer Dragón Alado de fuego que junto a otros de su raza salieron de Angband para luchar en la última defensa del Reino de Morgoth, en la llamada Guerra de la Cólera. En la batalla final el gran Dragón fue derribado por Eärendil sobre las torres de Thangorodrim, mientras otros Dragones morían o huían. Desde entonces no se conoció más de estos gigantes hasta la Tercera Edad del Sol. En ese periodo habitaban los desiertos del norte, más allá de las Montañas Grises (Ered Mithrin) y se dice que su codicia los llevó a intentar conseguir el tesoro de los Siete Reyes de los Enanos. El nombre más conocido de estos dragones fue el de Scatha El Gusano.
En el siglo 28 de la Tercera Edad, Smaug El Dorado atacó el reino enano de Erebor conquistándolo y gobernando durante dos siglos sin oposición. Pero en el año 2941, doce enanos y un hobbit, Bilbo Bolsón, hostigaron al Dragón en la Montaña Solitaria. Smaug asoló la región con su fuego, pero fue derrotado por un hombre del norte llamado Bardo El Arquero. Desde aquel momento se rumoreaba que los Dragones siguieron habitando varios siglos el desierto septentrional, pero ninguna historia volvió a contar nada de estas magníficas criaturas.
Hay que aclarar que Morgoth no creó a los Dragones ya que no tenía ese poder, pero según Los Cuentos Perdidos II: "La Caída de Gondolin", Meglin (anterior nombre de Maeglin) le propone la construcción de unas máquinas de metal con forma similar a Serpientes y Dragones con las que poder destruir Gondolin. Melko (posteriormente, Melkor) crea con la ayuda de expertos herreros unas criaturas aparentemente inanimadas y que servían de transporte de Orcos, para quemar y aplastar, y un tercer tipo que servía de monturas para los Balrogs. Tolkien escribió "La Caída de Gondolin" bajo la influencia de la Primera Guerra Mundial, por lo que estos Dragones "mecánicos" pueden proceder de los carros de combate y de la aparición de los primeros tanques, ya que los soldados que participaron en la guerra quedaron tan sorprendidos que llegaron a describirlos como "bestias que escupían fuego”. Pero parece que estas creaciones tienen un contenido mágico en su existencia que les proporciona vida, posiblemente por actos de brujería (esa duda aparece por la herida que le produce Tuor a un Dragón de Fuego de este ejército).
Según El Silmarillion, Morgoth ataca Gondolin con Balrogs, Lobos, Orcos y Dragones de la prole de Glaurung; con lo que se puede suponer, tomando estos escritos como fuente (y que además Glaurung no había aparecido cuando Tolkien escribió la primera versión de la Caída de Gondolin), que estos engendros tenían vida y descendían del padre de todos los Dragones.