Situación: Isla situada en el Belegaer.
Época: Segunda Edad.
Otros nombres: Andor, Atalantë, Abarzâyan, Akallabêth, Amatthânê, Anadûnë, Andóre, Athânâte, Athânâti, Elenna, Elenna-nórë, Gran Isla, La Sepultada, Mar-un-Falmar, Númenórë, Númendor, Númar, Numenos, Oesternesse, Tierra de la Estrella, Tierra del Don, Tierra Perdida, Yôzâyan.
Al término de la Primera Edad del Sol, los restos de la raza humana de los Edain que quedaron después de la Guerra de las Joyas, donde se habían aliado con los Elfos contra Morgoth, recibieron como recompensa a su valor un país propio. Es la historia de la derrota de los Eldar (los Elfos) y los Edain (Hombres) por Morgoth y sus ejércitos. Pero el resultado de la batalla cambió cuando Eärendil fue a Valinor, implorando ayuda a los Valar. En la subsiguiente Guerra de la Cólera, Morgoth fue derrotado, capturado, y expulsado del mundo al Vacío Intemporal. Sin embargo Sauron el Maia, su lugarteniente, evitó la captura y permaneció activo en la Tierra Media. Así las cosas, los Valar permitieron a muchos de los Elfos navegar a Valinor, mientras que para los Hombres (Dúnedain) elevaron una gran isla en mitad del mar occidental. Se le llamó Númenor o bien Oesternesse en el lenguaje de los Hombres de la Tierra Media, creada en el año 32 de la Segunda Edad y que sería el más poderoso reino de los humanos de Arda.
Su primer Rey fue Elros, hijo de Eärendil y Elwing, y hermano de Elrond, que fueron llamados los Medio-Elfos. A éstos se les concedió la posibilidad de elegir de entre que raza querían ser ellos recordados. Eärendil remitió la elección a su esposa y ella escogió el destino de los Eldar, así que él escogió igualmente. En la Tierra Media, su hijo Elros escogió el destino mortal de los Hombres y embarcó con los Edain a Númenor, mientras que su hermano Elrond, escogió el destino de los Elfos y permaneció en la Tierra Media. A los Dúnedain, que fueron llamados Númenóreanos, los Valar les concedieron un tiempo de vida tres veces mayor que el de los hombres comunes, grandes poderes mentales y físicos sólo comparables a los Elfos, serían recordados también por ser los más grandes navegantes que se hubiera conocido; a Elros se le otorgó un tiempo de vida de 500 años.
La isla, que recibía también los nombres de Andor (tierra de los dones) o Elenna (tierra de las estrellas), tenía la forma de una tosca estrella de cinco puntas dividida en seis regiones. En su punto más estrecho tenía unos 400 kilómetros aproximados de anchura y de 800 en el punto más ancho. En el centro se encontraba Mittalmar, las tierras interiores, que contenían: Arandor (la tierra del Rey), Armenelos (la ciudad real), Meneltarma (la montaña sagrada), y el puerto de Rómenna. Cada una de las cinco penínsulas que surgían de las tierras interiores formaba una región separada: Forostar (tierras del norte), Orrostar (tierras del este), Hyarrostar (tierras del sudeste), Hyarnustar (tierras del sudoeste), y Andustar (tierras del oeste) cuyo puerto principal, Andúnië, significaba "crepúsculo". Tenía grandes y hermosas llanuras además de dos ríos importantes: el Siril, que fluía hacia el sur desde las laderas de Meneltarma hasta desembocar en el mar cerca del pueblo pesquero de Nindamos; y el Nunduinë, que corría hacia el oeste hasta Eldalondë el Verde, el más precioso puerto de Númenor. En el reino abundaban bosques de árboles de flores perfumadas.
Las lenguas que se usaban en la isla eran tres: El Quenya fue introducido por los Edain como el idioma de la ciencia y las sabidurías antiguas. No se habló en Númenor pero era usado para formar los nombres oficiales de lugares y gentes relevantes. El Sindarin, originalmente el idioma de los Elfos Grises de Beleriand, hasta que se prohibió, se habló extensamente en Númenor, especialmente en el noroeste alrededor de la ciudad de Andúnië. El Adûnaico, lengua hablada por los Edain antes de que ellos entraran en Beleriand durante la Primera Edad. Siempre fue utilizado en el país, cada vez más tanto entre los Númenóreanos creció el odio a todo lo élfico y desde los días de Ar-Adûnakhôr en adelante fue el único idioma permitido para ser aprendido.
HISTORIA.
Los orígenes del reino de Númenor se remontan al tiempo en que Morgoth fue definitivamente derrotado por los Valar en la Gran Batalla (también llamada la Guerra de la Cólera o de la Ira) al final de la Primera Edad. La conmoción que causó en la Tierra Media el conflicto hizo que Beleriand se hundiese bajo las aguas, y los Elfos tuvieron que huir hacia Eriador o hacia Valinor. Respecto a los Hombres, no podían ir al Reino Bendecido, pero los Valar, en un intento por recompensar a los que les habían ayudado, los Edain, les concedieron una nueva tierra donde morar; la isla de Elenna. Estaba entre Aman y la Tierra Media: no pertenecía a ninguna, pero estaba más cerca de la primera. Osse la levantó de las profundidades del Agua Inmensa, y fue fortalecida por Aulë y enriquecida por Yavanna. Los Elfos de Tol Eressëa también colaboraron en su preparación, y el resultado fue de una riqueza tal que los Valar llamaron a esa tierra Andor, la Tierra del Don. Una vez estuvo todo terminado, la Estrella de Eärendil brilló en el Occidente para guiar a los Edain en el largo camino hacia su nuevo hogar, llegando a Elenna en el año 32 de la Segunda Edad, año de la fundación del reino de Númenor.
Los Edain, ahora llamados Dúnedain u Hombres del Oeste, pese a tener una vida muy larga comparada con la de los demás Hombres, seguían siendo mortales; y los Valar, intentando evitar que fuesen a Tol Eressëa y se enamorasen de su beatitud, les prohibieron navegar hacia el Oeste. Fue por ese motivo por el cual los Númenóreanos se centraron en el este, y en el año 660 llegaron por primera vez a las costas de la Tierra Media. Ya entonces su poder y majestad era muy grandes para los otros Hombres mortales, sumidos en Años Oscuros, y la ayuda de Númenor fue muy importante para ellos en su resistencia frente a Sauron. Durante aquellos tiempos los Númenóreanos no fueron un pueblo belicoso: las armas eran prácticamente objetos decorativos, y Númenor era un país de sabiduría, paz y prosperidad. Los Elfos llegaban a menudo de Tol Eressëa, y llevaban regalos: el más importante fue el Árbol Blanco, de nombre Nimloth.
Fue, como se ha dicho, en el año 660 cuando por fin los Númenóreanos llegaron a la Tierra Media: concretamente, fue Vëantur, Capitán de las Embarcaciones del Rey (en tiempos de Tar-Elendil), quien llegó a Mithlond montado en su barco Entulessë ("Retorno") en la primavera de aquel año, y marchó en el siguiente otoño. En los Puertos fue recibido por Gil-Galad, comenzando la amistad entre Elfos de Endor y Númenóreanos. La noticia se extendió deprisa, y llegó a oídos de los Hombres de Eriador. Éstos pensaban que todos los Hombres que habitaron en Beleriand habían muerto tras su hundimiento, por lo que quedaron asombrados al oír hablar del retorno de aquellos excepcionales señores. Se dice que sólo doce Hombres de Eriador se atrevieron a ir al encuentro de los Númenóreanos, y que su aspecto casi élfico les impresionó mucho. Los hombres de Eriador procedían de los Hombres de las Casas de Bëor y Hador que no cruzaron las montañas Azules en la Primera Edad, y vivían junto al Lago Evendim (Nenuial), entre las Quebradas del Norte y el Brandivino. Las lenguas de Númenor y de los Hombres de la Tierra Media se habían distanciado bastante, pero cuando se intensificó la amistad entre ambos pueblos no tardaron en encontrar ciertas similitudes y pronto pudieron mantener conversaciones sencillas.
En torno al año 1000, Sauron, viendo que el poder de Númenor crecía sin parar, eligió la tierra de Mordor para sí, e inició la construcción de Barad-dûr.
En 1690 comenzaría la guerra entre Sauron y los Elfos, una vez hubo advertido Celebrimbor las intenciones de Sauron al forjar el Anillo Único. Los Elfos fueron derrotados por Sauron, y su resistencia se centró en el refugio de Elrond, Imladris. Pero en 1700 S.E. el rey de Númenor Tar-Minastir envió por fin una gran flota a Lindon, que derrotó a Sauron. En un solo año, sus tropas fueron prácticamente aniquiladas, y Sauron fue expulsado a Mordor.
Los años que siguieron fueron de mejoría en todos los sentidos, hasta el reinado de Tar-Atanamir el Grande. Se puede decir que fue en esa época cuando Númenor llegó al cenit de su bienaventuranza (si bien no al de su poder), ya que a partir de entonces, poco a poco, pero de forma constante, una sombra comenzó a caer sobre la isla. La causa principal se debía a la envidia que empezaban a tener los Númenóreanos de la vida inmortal de los Elfos, y cada vez más gente hablaba abiertamente en contra de la Prohibición de los Valar de navegar hacia el Oeste. Muchos creyeron que quien llegase a Aman se volvería inmortal, y el anhelo por visitar los mares inexplorados occidentales fue creciendo rápidamente con el paso del tiempo.
Esas noticias acabaron llegando a oídos de los Valar, quienes mandaron unos mensajeros al rey. Pero éste, orgulloso, no hizo mucho caso, y tan pronto como los mensajeros se hubieron ido, las cosas siguieron empeorando. Al poco de su muerte, el pueblo de Númenor se dividió en dos bandos: el mayor, favorable al rey y su política, fue conocido como los Hombres del Rey, mientras que el menor, el de los Amigos de los Elfos, los Elendili, fue conocido como los Fieles. Según fue pasando el tiempo, los Fieles fueron cada vez peor vistos, y progresivamente fueron marginados, mientras que las antiguas costumbres (las lenguas élficas, el cuidado del Árbol Blanco, etc...) fueron descuidadas. No obstante, durante mucho tiempo, los Reyes y el pueblo siguieron temiendo a los Valar, y no se atrevían a quebrantar ni la Prohibición ni ciertas costumbres.
Pero la idea de la muerte cada vez atormentaba más a los Númenóreanos, que intentaron alargar la vida todo lo posible, y esto les confundió con la oscuridad. Tras el reinado de Tar-Ancalimon, las cosas siguieron empeorando, y ya los Númenóreanos comenzaron a llegar a la Tierra Media como recaudadores y conquistadores; instalaron sus primeras colonias fijas, y construyeron grandes edificaciones y puertos. Tiempo después, cuando la situación ya era extrema, hubo milagrosamente unos años de paz bajo el reinado de palantir'>Tar-Palantir: los Fieles tuvieron un respiro y se volvieron a recuperar ciertos hábitos, pero esa situación sólo duró mientras él vivió, y los Valar ya no podían perdonar la traición de Númenor.
Tras Tar-Palantir reinó su sobrino, Ar-Pharazôn. En su tiempo, el poder de Númenor era ya inigualable, y para hacerlo aún mayor marchó en armas contra la potencia terrestre de Mordor. Tras derrotar a Sauron sin ni siquiera necesidad de lucha, se lo llevaron a Númenor, donde poco a poco corrompió definitivamente al rey, al consejo y a gran parte del pueblo en general. Fue entonces cuando los Fieles, descendientes de Silmariën; amandil'>Amandil, su hijo Elendil, y sus nietos Isildur y Anárion, vieron que el fin estaba próximo. Isildur, en una acción que casi le costó la vida, consiguió obtener una semilla del Árbol Blanco (del que se decía que dependía la fortuna de la casa real), poco antes de que Sauron consiguiese convencer al Rey de que lo derribase. Tras esto, Amandil, en un intento por obtener el perdón de los Valar, partió hacia Valinor. A sus hijos les dejó la tarea de organizar a los Fieles que quedaban, y a prepararlos contra lo peor.
Fueron pasando los años, y Sauron esperó pacientemente a que el rey llegase a la vejez. En el 3310, aprovechando el miedo que Ar-Pharazôn le tenía a la muerte, le convenció para marchar sobre Valinor. Tras 10 años de preparativos, la inmensa armada de Númenor llegó a poner pie en el Reino Bendecido, pero los Valar convocaron a Ilúvatar, quien acabó con todos los Númenóreanos aplastándolos entre colinas, e hizo que el mar se tragase la isla de Númenor para siempre. Las Tierras Imperecederas fueron sacadas de las esferas del mundo, más allá del alcance de los Hombres: el planeta quedó reducido, y a partir de entonces la Tierra fue esférica. Sauron, no murió, ya que no estaba hecho de carne mortal, y su espíritu se elevó desde el abismo que se había tragado Númenor, y se dirigió hacia Barad-dûr, donde volvió a residir.