Gondor
Situación: Sureste de las Montañas Nubladas
Época: Segunda Edad, Tercera Edad, Cuarta Edad
Otros nombres: Ciudad de Piedra, Pedregales, Reino del Sur (en contraposición a Arnor)
Uno de los reinos herederos de Númenor. Llegó a alcanzar una majestad y poder en cierta manera comparable a los de Atalantë, siendo el último gran bastión de los Pueblos Libres contra el poder de Sauron.
GEOGRAFÍA.
Las tierras de este reino se modificaron bastantes veces a lo largo de los tumultuosos años que se sucedieron en su historia, llegando a tener una extensión máxima en el año 1050 de la Tercera Edad de 1.925.120 kms2: en ese instante sus dominios se extendían desde Eriador en el norte hasta más allá de Umbar en el sur y del Mar de Rhûn en el este. Dentro de estos territorios se encontraban las provincias de Harondor, en constante litigio con los Haradrim, el propio Cercano Harad, la provincia de Calenardhon, que sería cedida a los Éothéod y se convertiría en Rohan, las Tierras Brunas, en las que siempre mantuvo un poder meramente nominal, puesto que jamás fueron objeto de colonización y en ellas se establecieron posteriormente los Dunlendinos, y los territorios del sur de Rhovanion; no obstante, vamos a describir su geografía restringiéndonos a las fronteras del reino en los días de la Guerra del Anillo. En esa época los límites del reino los marcaban los ríos Aguagrís y Glanduin al norte, que la separaban de Cardolan y Eregion respectivamente; los Vados del Isen, el curso superior del Isen y el río Adorn, las Montañas Blancas, el Arroyo Merino y las Bocas del Entaguas que marcaban la frontera con Rohan; las Emyn Muil y las Ciénagas de los Muertos al noroeste; la Dagorlad y las Ephel Dúath que la “protegían” de Mordor al este; el río Poros, límite con Harondor, y la Bahía de Belfalas al sur; y finalmente el Gran Mar que bañaba sus costas occidentales: estos dominios suponían una superficie aproximada de unos 750.000 kilómetros cuadrados. Al oeste de las Montañas Nubladas las regiones fronterizas eran las ya mencionadas Tierras Brunas, y Enedwaith: las primeras eran unas tierras altas, no demasiado estériles, pero de difícil tránsito y clima severo, más allá del Camino Viejo del Sur se extendían las praderas de Enedwaith, que en épocas pretéritas habían estado ocupadas por frondosos bosques. Al sur de ambas se encontraba Drúwaith Iaur, tierra salpicada de bosquecillos y ancestral patria de los Hombres Púkel, aunque estos la habían abandonado hacia milenios. Los territorios al norte de las Montañas Blancas se adentraban remontando el Anduin hasta las Emyn Muil: a la entrada de Nen Hithoel se esculpieron las Argonaths, gigantescas esculturas de Isildur y Anarion que marcaban el comienzo del reino; al final del lago, sobre las colinas de Amon Hen y Amon Lhaw, se levantaban los sitiales de la Vista y el Oído, puestos de vigilancia mágicos. En las tierras bajo el Rauros, al comienzo del curso del bajo Anduin, se encontraban los feudos de Ithilien Norte al este, y de Anorien al oeste del Gran Río. Ithilien Norte era un paraíso de gran belleza, cubierto de hermosos bosques no demasiado densos, y cruzado por innumerables arroyos y pequeños cursos de agua. La tierra de Anorien no era menos hermosa, con el impresionante marco de las Bocas del Entaguas al norte y las Ered Nimrais al sur, sus valles estaban poblados de frondosos bosques en las zonas superiores, mientras que las depresiones mostraban verdes y extensos pastos. Sin embargo, el verdadero “corazón” del reino lo componían las tierras al sur de las Montañas Nubladas. Eran tierras compuestas de valles de montaña en las inmediaciones de las Ered Nimrais al norte, territorios muy poblados y fértiles; y depresiones menos pronunciadas que desembocaban en llanuras costeras en las tierras más meridionales. Estas zonas no estaban tan pobladas, a excepción de los núcleos urbanos que había en las costas, y gozaban de un clima muy similar al que actualmente conocemos como “mediterráneo”. La más occidental era la región del Cabo de Andrast y de Ras Morthil; le seguía Anfalas, que contaba en su parte norte con las colinas de Pinnath Gelin; Belfalas y Dor-en-Ernil, encerradas entre el mar y las Colinas de Tarnost; y finalmente Lebennin, el mayor de todos los feudos de Gondor. De las zonas más ricas del norte, en los valles anexos a las Ered Nimrais, eran famosos el Valle del Morthond, el feudo de Lamedon, el valle de Tumladen y el feudo de Lossarnach, dentro del cual estaba incluida Minas Tirith, la gran capital del reino. Al este del Anduin estaba Ithilien Sur, no tan boscoso como su vecina del norte, de clima más seco, y en medio de la cual se levantaban las colinas de Emyn Arnen. Gondor era también famoso por sus numerosos ríos. Aparte de los que componían sus fronteras, el gran río de Gondor, sobre el que cimentó parte de su cultura, política y poder, era el Anduin (Podríamos comparar y decir que el Anduin era a Gondor lo que el Nilo a Egipto), que recorría los 950 kilómetros de su curso bajo dentro de las fronteras del reino. Al norte de las Montañas Blancas solo se menciona al Morgulduin, un río de Ithilien, como único curso dentro de Gondor; era al sur de las Ered Nimrais donde corrían desde sus entrañas la mayoría de los ríos del país: el Lefnui, el Morthond y su tributario el Calenhir, el Ringló y su vasallo el Ciril, el Gilrain y el Serni, el Sirith y su afluente el Celos, y el Erui. En cuanto a sus núcleos de población, Gondor fue un reino, por lo general, bastante poblado, aunque pasó graves crisis demográficas como la del 1636-38 de la Tercera Edad, y muchas fueron las ciudades y asentamientos que se establecieron, y que se unieron a las que ya estaban ahí desde antes de la fundación del reino. Sin contar a Umbar, que fue conquistada y perdida en varias ocasiones, y que para el fin de la Tercera Edad volvía a ser enemiga del reino, cuatro fueron las grandes ciudades de Gondor: Pelargir, impresionante puerto fluvial, máxima expresión en la Tierra Media de lo que fue el poderío marítimo de la antigua Númenor, ubicado en la margen occidental del Anduin, sobre la desembocadura del Sirith; Osgiliath, la monumental capital original de Gondor, construida en ambas orillas del Anduin y sobre el río, el cual salvaba gracias a un fenomenal puente sobre el que se alzaba la ciudadela; Minas Ithil, la torre-fortaleza que vigilaba el oscuro reino de Mordor en las faldas orientales de las Ephel Dúath, y Minas Anor, la majestuosa ciudad a los pies del monte Mindolluin, construida en mármol blanco sobre siete niveles, y que con la denominación de Minas Tirith, se convertiría en la capital del reino y en su último gran baluarte. Aparte de estos grande núcleos, se mencionan el gran puerto de Dol Amroth en Belfalas, el antiguo puerto de Edhellond en el mismo feudo, el puerto de Linhir en Dor-en-Ernil, y las poblaciones de Calembel y Ethring en Lamedon, Tarnost al norte de la colinas homónimas, y las mansiones de Emyn Arnen en Ithilien. Sus comunicaciones eran buenas, y entre sus principales caminos estaban el Gran Camino del Norte, que la unía a Rohan; el Camino de Gondor, que cruzaba el país desde el valle del Morthond hasta Pelargir; el Camino del Sur, que iba desde Minas Tirith a Pelargir; la Calzada de Osgiliath entre Minas Tirith y Minas Ithil cruzando la antigua capital y el Camino de Ithilien que iba desde la puerta negra de Mordor hasta los vados de Haudh in Gwanûr, donde empalmaba con el Camino de Harad.
HISTORIA.
La historia de este gran Reino comenzó con la repentina destrucción de Númenor, el mayor imperio Humano que jamás existió.
Del Hundimiento de la Isla consiguieron escapar nueve barcos, ocupados por Númenóreanos opuestos y perseguidos por el tirano Ar-Pharazôn, y guiados por nobles pertenecientes a la Casa de Andúnie: Elendil y sus hijos Isildur y Anárion. Con ellos consiguieron salvar algunas de las grandes heredades de su destruido país: un vástago del Árbol Blanco de Númenor, las siete Palantiri y el Anillo de Barahir.
La gran tormenta que desencadenó La Caída de Númenor provocó que los nueve barcos llegasen en el año 3320 de la Segunda Edad, a puntos distintos de la Tierra Media: así, mientras que Elendil fue arrastrado hacia el norte, donde se encontraba el Rey élfico Gil-Galad y donde fundaría el gran Reino de Arnor, Isildur y Anárion llegaron por el Sur al Anduin, por el que navegaron río arriba hasta llegar a las tierras donde fundarían la ciudad de Osgiliath, capital del nuevo Reino de Gondor. Aquellas regiones, sobre todo en las costas, habían sido ocupadas desde hacía tiempo por colonos Númenóreanos contrarios a los reyes, y pronto pudo empezar a verse el potencial de aquel país. Así, además de la capital Osgiliath y alguna fortificación menor, Gondor fundaría otras dos grandes ciudades-fortalezas para defensa del interior del Reino: Minas Ithil, situada en la base de las Montañas de la Sombra para controlar Mordor, y Minas Anor, al pie del Mindolluin como defensa de los hombres salvajes de los valles. Cuando Sauron volvió a la Tierra Media no esperaba que hubiese sobrevivido ningún Númenóreano al Hundimiento, y no tardó en advertir que aquellos exiliados, en vez de dispersarse y desaparecer, crecían en número y poder. Por tanto, reorganizó sus ejércitos y atacó a Gondor: Ante su empuje Minas Ithil cayó en el 3429, y Isildur tuvo que huir hacia el norte en busca de la ayuda de su padre y Gil-Galad. Mientras Anárion resistía en Osgiliath, Isildur consiguió llegar a Annúminas (capital de Arnor) y convencer a Elendil y Gil-Galad para que todos se uniesen en una gran fuerza conjunta contra Sauron. Esa unión se dio en llamar la Última Alianza, y aquel enorme ejército, al que posteriormente se unirían también todas las tropas de Gondor, descendió hacia el sur haciendo retroceder al de Sauron hasta acorralarlo en su propio país. En el 3434 la Alianza triunfó finalmente en la gran batalla de Dagorlad y puso sitio a Barad-dûr. Aquel tremendo sitio, que duró 7 años, terminó con la derrota definitiva de Sauron, al cortarle Isildur el dedo donde llevaba el Anillo Único; sin embargo, cara resulto la victoria pues el ejército de la Alianza sufrió numerosísimas bajas, y tanto Gil-galad como Elendil y Anárion murieron frente a la Torre Oscura. Todos estos acontecimientos determinaron el fin de la Segunda Edad.
Tras la guerra, una vez iniciada la Tercera Edad, Isildur confió el cuidado de Gondor al hijo de Anárion, Meneldil, a quien daría además un vástago del Árbol Blanco que consiguió salvar de la derrota de Minas Ithil. Isildur partió de Osgiliath a finales del año 2 de la Tercera Edad para tomar posesión del Reino del Norte. Con él iban sus tres hijos mayores, y llevaba el Anillo único. Lamentablemente, tras treinta días de viaje fueron interceptados por un gran grupo de Orcos, y Isildur y sus tropas fueron aniquiladas en el que se dio en llamar el Desastre de los Campos Gladios. No obstante, el Anillo no cayó en manos enemigas ya que se soltó del dedo de Isildur cuándo éste intentaba huir por el río (y ésta fue la causa de su muerte).
Desde el comienzo de la Segunda Edad y hasta el 490, Gondor disfrutaría de cerca de 5 siglos de paz absoluta bajo los reinados de Meneldil (hijo de Anárion), Cemendur, Eärendil y Anardil. Este período consolidó el reino, asentando las bases del gran país en que se acabaría convirtiendo.
Durante el reinado de Ostoher (quien, entre otras cosas, reedificó Minas Anor en 420), Gondor sufrió ataques de los Hombres salvajes del Este. Su hijo Tarostar entró en combate con ellos en numerosas ocasiones, y si bien consiguió varias victorias (la principal el año 500), él mismo pereció en la lucha en 541, y sería finalmente su hijo Turambar quien acabaría con la amenaza conquistando las tierras al Este de Gondor. El reino volvería a pasar por otro período pacífico durante los reinados de Atanar y Siriondil; la fuerza de Gondor, en aumento constante, era ya muy considerable y necesitaba ampliar las fronteras por otros medios. Es por eso por lo que la expansión del país se centró en mejorar su fuerza militar marítima, y no en vano los 4 Reyes siguientes se dieron en llamar los “Reyes de los Barcos”: Tarannon, Falastur, Eärnil I, Ciryandil y Ciryaher. Bajo su reinado Gondor conquistó grandes territorios al sur, destacando sobre todos la toma del gran puerto de Umbar cuyo mantenimiento (o intento de mantenimiento) le daría siglo tras siglo muchísimos problemas.
Ciryaher consiguió llevar al país a su mayor esplendor: bajo su dominio se encontraban todas las tierras comprendidas desde el río Harnen al Sur hasta el Celebrant al Norte, y desde el mar de Rhûn al Este hasta el Aguada Gris al Oeste.
Tras esa época dorada, Gondor iniciaría, al principio casi imperceptible pero cada vez evidente, una lenta decadencia. Los Reyes inmediatamente posteriores (Atanatar II, Narmacil I y Calmacil) eran excesivamente pasivos, y eso fue percibido y tomado como debilidad por antiguos enemigos como los Haradrim.
No obstante, Gondor seguía siendo fortísima tanto interna como externamente, lo que evitó cualquier tentativa seria de ataque.
Con el fin de afianzar las fronteras del Norte, Minalcar destruyó en 1248 un gran ejército de Hombres del Este, y fortificó la orilla Occidental del Anduin. Además, edificó en Nen Hithoel los enormes pilares de las Argonath. En 1250 enviaría a su hijo Valacar al norte para fortalecer los lazos de amistad entre Gondor y aquellos pueblos; por desgracia, Valacar no se conformó con eso sino que contrajo matrimonio con Vidumavi, la hija del más importante Rey norteño, Vidugavia.
Este enlace con una mujer perteneciente a una raza considerada inferior en Gondor disgustó sobremanera a gran parte de la población, creyendo que los descendientes de la pareja disfrutarían de una vida más corta de lo normal en un miembro de la casa Real. Así, en cuanto su hijo Eldacar tomó el poder en 1432 estalló la guerra civil: conocida como la Lucha entre Parientes, fue el primero de los tres grandes desastres que sufriría Gondor a lo largo de su historia. Las sublevaciones se sucedieron a lo largo del país, y las tropas leales pronto se vieron superadas y acorraladas. Tras un excesivamente severo asedio a Osgiliath (en el que se perdió la Palantir), Eldacar se vio obligado a huir al norte, y su trono fue usurpado por un Capitán de sangre real llamado Castamir. Por desgracia para él, Castamir benefició en exceso a los puertos y ciudades costeras y se olvidó del resto del reino. Cuando anunció que trasladaría el trono a Pelargir, Eldacar volvió, y entre sus tropas y el apoyo que recibió según se adentraba en el país, consiguió vencer y matar a Castamir en la batalla de los Cruces del Erui. No obstante, los hijos de Castamir y los seguidores que quedaron consiguieron retirarse y establecerse en Umbar, convirtiendo durante más de un milenio aquel gran puerto en una amenaza constante para las costas del sur de Gondor. Tras la guerra, el hijo segundo de Eldacar, Aldamir, tomó el poder. Su reinado y el de su hijo Vinyarion transcurrieron en paz, pero tras la muerte de este último en 1621 se agravaron los problemas de Gondor: Minardil, hijo de Vinyarion, murió en batalla con Umbar en 1634, y poco después caería sobre el país su segundo gran Mal: una Peste transportada por el viento desde Mordor causó estragos en toda Eriador y Rhovanion, y en 1636 acabó con el recién nombrado Rey Telemmnar y con todos sus hijos. En Osgiliath hubo una gran mortandad, y el reino comenzó a notar la falta generalizada de hombres para mantener aquel gran ejército y, sobretodo, la vigilancia de Mordor. El nuevo y joven Rey Tarondor (sobrino de Telemnar), fue de toda la historia de Gondor el de más largo reinado. Consiguió encontrar un vástago del Árbol Blanco (que había muerto casi al mismo tiempo que Telemnar) y lo plantó en Minas Anor, a donde trasladó el trono ante el mal estado en que se encontraba Osgiliath. Bajo su reinado y el de su hijo Telumehtar Gondor se recuperó ligeramente, e incluso este último consiguió atacar y tomar de nuevo Umbar en 1810. Pero, un año después de su muerte (1851) sobre Gondor cayó el último desastre y el que más cerca estaría de destruirlo. Las constantes invasiones de los Aurigas del Este, espoleados por Sauron, acabaron con la vida del recién nombrado Rey Narmacil II; los pueblos del Norte fueron esclavizados y las fronteras de Gondor retrocedieron a las Emyn Muil. El siguiente monarca, Calimehtar, inflingió una gran derrota a sus enemigos en Dagorlad en 1899, pero a su vez éstos acabarían en 1944 con la vida de su hijo Ondoher. Sería Eärnil, un gran Capitán del Ejército Austral de Gondor, quien acabase con la amenaza con una gran victoria en Ithilien.
Tras la muerte de Ondoher y sus dos hijos, y pese a las reclamaciones a la corona por parte de Arvedui (rey de Arthedain, casado con una hija de Ondoher), Eärnil fue elegido Rey por sus méritos y su ascendencia real (su bisabuelo era hermano de Narmacil II). Durante los años siguientes, los dos debilitados reinos (Arthedain, excepcionalmente) apenas se pudieron ayudar entre sí hasta que en 1973 Arvedui pidió a Gondor ayuda urgente contra un inminente gran ataque de su enemigo Angmar. Eärnil envió por mar hacia el norte todas las fuerzas que pudo reunir sin desproteger en exceso su reino, y al frente de las ellas colocó a su propio hijo Eärnur. Por desgracia, el ejército alcanzó los Puertos cuando ya Arthedain había sido arrasada y Arvedui muerto, pero llegó a tiempo de enfrentarse con el victorioso (y despreocupado) ejército de Angmar y destruirlo por completo.
No obstante, el Rey Brujo de Angmar escapó del campo de batalla, y no olvidó nunca que Eärnur había sido el artífice de su ruina. Así, pronto volvió a Mordor, y desde allí, de nuevo al mando de los Nazgûl, tomó Minas Ithil en 2002 tras un sitio de dos años. Minas Morgul sería llamada a partir de entonces, y esa sería en adelante su base de operaciones: desde ella en 2043 desafió al recién coronado Eärnur, y desde ella volvería a hacer lo mismo en 2053. En la rebautizada Minas Tirith (antes Minas Anor), el irritable Rey fue contenido en la primera ocasión por su Senescal Mardil, pero la segunda vez Eärnur ya no quiso atender a razones, y con una pequeña escolta se dirigió a Minas Morgul. Nunca nadie volvió a verle de nuevo, y ante su desaparición y la ausencia en la familia real de aspirantes adecuados para reinar, el control del reino le fue encomendado temporalmente a Mardil “esgrimiendo el bastón de mando y gobierno en nombre del rey, hasta que él vuelva”.
Los Senescales fueron sucediéndose uno tras otro evidenciando con el paso del tiempo la imposibilidad del retorno del Rey; no obstante, no se podía comprobar que Eärnur hubiese muerto, por lo que aunque los Senescales tenían en la práctica los mismos poderes que los reyes, no llegaron a ser nunca considerados como tales.
Los 25 Senescales que se sucedieron tras la desaparición de Eärnur fueron: Mardil Voronwë, Eradan, Herion, Belegorn, Húrin I, Turín I, Hador, Barahir, Dior, Denethor I, Boromir, Cirion, Hallas, Húrin II, Belecthor I, Orodreth, Ecthelion I, Egalmoth, Beren, Beregond, Belecthor II, Thorondir, Turín II, Turgon, Ecthelion II, y Denethor II.
Desde el gobierno de Mardil, Gondor pasaría por aproximadamente 4 siglos de paz, aunque ésta sólo fue el presagio de lo que estaban preparando sus enemigos. En 2475, dos años antes de morir Denethor I, Osgiliath fue tomada durante algún tiempo por Uruks procedentes de Mordor; Boromir hijo de Denethor los derrotó y recuperó todos los territorios conquistados, pero Osgiliath quedó en ruinas y fue definitivamente abandonada. Además, Boromir resultó herido en batalla: la infección de la herida quebró su salud poco a poco, y moriría en 2489.
A Boromir le sucedió Cirion, quien encontró el reino en una de las peores situaciones de su historia: por el norte atacaban los salvajes Balchoth, habitantes de Rhovanion aliados de Dol Guldur, mientras los Corsarios hacían lo propio en las costas del sur. Cirion comprendió pronto la gravedad de la situación y en 2510 envió mensajes a los pueblos aliados del norte solicitando su ayuda; desgraciadamente, aquel mismo año los Balchoth cruzaron el Anduin en gran número: el ejército del sur, tras ser derrotado, huyó hacia el norte hasta verse sorprendido por otra hueste formada por Orcos de las Montañas. Tras retroceder hacia el Anduin, la súbita aparición de los Éothéod liderados por Eorl el Joven salvó a Gondor del desastre. Los hombres del norte persiguieron a través de Calenardhon a los Balchoth, y tras la victoria Cirion les cedió aquellas tierras a perpetuidad al mismo tiempo que el líder norteño pronunció su famoso Juramento de Eorl, por el que comprometía a su pueblo a acudir en cualquier circunstancia en ayuda de Gondor.
Dos siglos de tranquilidad transcurrirían desde entones, pero, como siempre ocurrió a lo largo de la historia de Gondor, la calma sólo anunciaba futuros males por venir. La tendencia comenzaría cuando el Senescal Beren vio su reino atacado por 3 grandes flotas procedentes de Umbar y Harad, al mismo tiempo que los Rohirrim eran barridos de sus tierras por los Dunlendinos. No sería hasta la llegada del siguiente Senescal, Beregond, cuando se obtuvo la victoria definitiva y Gondor pudo ayudar a Rohan. Bajo la nueva Senescalía, el reino volvió a coger fuerzas, pero Rohan había sufrido mucho y su debilidad fue aprovechada astutamente por Saruman para solicitar las llaves de Isengard a Beregond, quien se las cedió gustoso en 2759.
Curiosamente, en Gondor transcurriría otro periodo de paz mientras más allá de sus fronteras ocurrían grandes (y terribles) acontecimientos: Valle fue destruido por el dragón Smaug en 2770, y en las Montañas Nubladas tenía lugar la terrible guerra entre los Enanos y los Orcos (2790-2799).
No mucho después, en el 2852, el Senescal Belecthor II murió al mismo tiempo que lo hacía el Árbol Blanco, del que lamentablemente no se encontró ningún nuevo vástago. El hijo de Belecthor, Túrin II, se encontró con el país rodeado de enemigos: sobretodo, Ithilien se despoblaba ante las continuas incursiones de Orcos, y los Haradrim avanzaban cada vez más profundamente por el sur. El Senescal construyó en Ithilien refugios secretos (destacar Henneth Annûn) y fortificó la isla de Cair Andros; por desgracia, estas medidas no evitaron la invasión de las tierras al este del Anduin en 2885, y fue finalmente gracias a la ayuda del Rey Folcwine de Rohan (quien perdió sus dos hijos en batalla) que Gondor obtuvo la victoria.
En 2953, ya bajo la Senescalía de Turgon, ocurrió lo que llevaba siglos anunciado: Sauron volvió a mostrarse abiertamente y volvió a Mordor. Ante aquello, todos los que todavía vivían en Ithilien huyeron al otro lado del Anduin. Dos años después moriría Turgon, al mismo tiempo que Saruman fortificaba Isengard.
Ecthelion II, hijo de Turgon, hizo todo lo que estaba en su mano para recuperar la antigua fuerza del reino; aunque eso ya era imposible, consiguió algunos grandes logros gracias a la ayuda de un hombre sabio y experto en el arte de la guerra: se hizo llamar Thorongil, pero en realidad era Aragorn, hijo de Arathorn, Dúnedain, Capitán de los Montaraces del Norte y heredero directo de Isildur, aunque esto último era por entonces desconocido. Gracias a su mando, las flotas de los Corsarios de Umbar fueron incendiadas sin sufrir apenas bajas, aunque tras aquello Thorongil no volvió a Minas Tirith sino que marchó con rumbo desconocido.
Denethor II fue el hijo de Ecthelion y el último Senescal regente. Bajo su mandato, el poder de Sauron alcanzó su punto álgido; la Guerra del Anillo comenzó en 3019, con un Gondor aplastantemente inferior comparado a su enemigo. Al principio, Denethor sólo tenía indicios (más o menos claros) de ello, pero tras la muerte de su mujer Finduilas, se decidió a usar la Palantiri de la Torre Blanca en busca de más información. Consiguió su objetivo, pero debido a que Sauron controlaba la piedra de Minas Morgul el Senescal sólo veía lo que su enemigo quería. Así, la piedra mostró a Denethor la incomparable fuerza de Mordor, y el Senescal vio clara su próxima y total derrota: esto, unido al golpe que le supuso la muerte de su hijo Boromir(el 26 de Febrero de 3019), le trastocó profundamente, y durante la gran batalla de los Campos del Pelennor se inmoló vivo junto con la Palantiri con la creencia (errónea) de que su malherido hijo Faramir también había muerto.
La Guerra del Anillo acabó con la destrucción del Anillo Único en el Monte del Destino y el retorno del heredero tanto de la desaparecida Arnor como de Gondor. Bajo el reinado de Elessar Telcontar (Aragorn) ambos reinos volvieron a unirse en el Reino Unificado, y su poder fue el mayor que tuvo rey alguno desde los tiempos de Númenor.